En un contexto de incertidumbre económica y pre-electoral en Argentina, el precio del tomate experimentó un aumento sin precedentes, alcanzando precios de entre $1.500 y $3.000 por kilo en distintas zonas de Buenos Aires. Esta subida se atribuye a factores estacionales y a particularidades del mercado.
En un giro inesperado en el mercado de hortalizas, el precio del tomate en Buenos Aires ha alcanzado cifras que han impactado a los consumidores. En medio de un ambiente de tensión preelectoral y una economía fluctuante, el costo de este producto básico ahora es “prohibitivo” para hacer una ensalada y acompañar en un sándwich.
Para el consumidor promedio, la compra de tomates se ha convertido en un desafío financiero. En las verdulerías de barrio de la ciudad, como Villa Crespo, Almagro y otros, los precios varían entre $1.600 y $2.200 el kilo. Incluso en los locales más económicos, donde el precio puede ser de $1.500, la calidad del producto a menudo deja mucho que desear.
Más allá de los mercados tradicionales, la propuesta de los productores agroecológicos emerge como una alternativa, ofreciendo tomates a aproximadamente $1.300 el kilo. Estos productos, aunque menos visibles en el comercio callejero, están ganando terreno en el mercado a través de la difusión en redes sociales y sistemas de venta directa.
En los barrios más acomodados y en las cadenas de supermercados, la situación es aún más grave. Esta semana, el precio del tomate superó los $2.400, alcanzando hasta $3.000 en algunos establecimientos, lo que representa un incremento de más del 200% en comparación con los $600 a $850 que costaba anteriormente. NA