Aquel pelotazo largo de Ricardo “Calija” Guerrero, el control y enganche de “Paco” Sánchez y el latigazo bajo de derecha contra el arco que da al centro de la ciudad es una imagen fija en nuestras mentes. Pudiste haberlo visto en vivo aquel 5 de junio de 1988 en la cancha de Rivadavia, o como quien escribe estas líneas, por imágenes de video, pero es algo que nunca olvidaremos.
Este miércoles se cumplen 36 años del memorable ascenso de Estación Quequén al Nacional B, la segunda categoría del fútbol argentino. Un equipo que se hizo fuerte a medida que superaba los escollos, que batió por penales en el cruce semifinal a un grande del ascenso como Almagro y que vio su hora más gloriosa -y acaso la de todo nuestro fútbol necochense– en las finales ante otro bravo de la región y del país como es Olimpo de Bahía Blanca.
Ricardo Erasun; Guillermo Dindart, Carlos Pérez, Fabián Mainardi y Carlos Beguiristain; Mario Márquez, Sergio Mainardi y Hugo Molina (Pedro Dinizio); Pablo Dialeva, Luis Sánchez y Ricardo Guerrero (José Beguiristain) fue la formación que pasó a la historia al vencer a Olimpo en cancha de Rivadavia.
Otros integrantes de aquel campeón que dirigía Orestes Ortiz fueron Sergio Portugal, Mateo Martínez Kressi, Daniel Fernández, Julio Staropoli, Miguel López, Esteban Modesto, Claudio Oliver, Gustavo Cárdenas, Luis Lambertini, Alejandro Fernández, Jose Vigñals, Carlos Álvarez y Carlos González.
Tras el empate en Bahía Blanca 1 a 1 -Fabián Mainardi hizo el gol visitante- llegó la revancha en Necochea. Y con gol de Sánchez se cerró el 1 a 0 y se declaró la gran fiesta. “Fue un récord de presencia de público. En media hora vendimos las 7.200 entradas que nos mandó AFA, pero la situación se desmadró y hubo 10.000 personas. Toda la ciudad quiso estar presente”, recordaría tiempo después José Luis Ortiz, joven presidente de Estación Quequén cuando se logró aquel ascenso.
Luis “Paco” llevado en andas
Relato de “Abrí la cancha”, por Carlos Aira
El camino al Nacional se inició en el duro Torneo del Interior. La fase inicial comenzó el 11 de octubre de 1987, con igualdad sin tantos ante Quilmes de Tres Arroyos. Estación finalizó al tope de la tabla, superando a Defensa (Dolores), Los del Clan (General Madariaga) y Alumni (Azuleño). En la segunda etapa, clasificatoria a los zonales, los verdes superaron a Estudiantes (Olavarría), Ferro Carril Sud (Tandil), Deportivo Norte (Mar del Plata) y Argentino (Pehuajó). Si el objetivo era hacer una gran campaña, el mismo se había cumplido con creces.
¿Que eran los Zonales de ascenso? Un invento de AFA producto de la reestructuración de 1986. Con la creación del Nacional B, era necesario que ascendieran a la categoría equipos directa e indirectamente afiliados (interior). Se dividían dos zonas (Noroeste y Sureste). Seis equipos del interior y dos metropolitanos por zona. Disputa a ida y vuelta con eliminación directa.
Los cuartos de final emparejaron a Estación Quequén con Sol de Mayo (Viedma). Luego de una derrota 2 a 1 en Río Negro, llegó el desquite 4 a 2 en cancha de Rivadavia de Necochea.
En semifinales, llegó el Club Atlético Almagro. Los tricolores habían perdido el ascenso directo ante Talleres de Escalada en cancha de Huracán. La cátedra estimaba que no tendría problemas en eliminar a los ignotos muchachos de Quequén.
El partido de ida finalizó con triunfo verde 1 a 0, gol de Luis Sánchez. La revancha en José Ingenieros fue memorable. Almagro venció 1 a 0. Penales y triunfo de Estación Quequén 8 a 7. Finalistas. El equipo tenía una figura: Pablo Germán Dialeva, Gualicho para la tribuna. Delantero rápido, hábil y encarador.
El rival en la final del Zonal Sureste fue un gigante como Olimpo de Bahía Blanca. Los aurinegros tenían un equipo de figuras: Antonio Mércuri en el arco, Negro Cheiles, Miguel Lemme, Roberto Depietri, Raul Schmidt o el uruguayo Rubens Navarro. El primer partido se disputó en el Carminatti bahiense. 29 de mayo. Para sorpresa de todos, empate en uno. Lo que parecía imposible era una hermosa posibilidad: Estación Quequén a un paso de jugar el Nacional B.
Por tanto, aquel domingo 5 de junio de 1988 fue el día más importante en la historia del fútbol necochense. Si Quequén tenía diez mil habitantes, esa cantidad de almas vibraron en el estadio de Rivadavia cuando Luis Paquillo Sánchez convirtió el gol del triunfo que valió el histórico ascenso al Nacional B.
El homenaje del Área de Museos en un nuevo aniversario del ascenso:
La fiesta retumbó en la pacífica ciudad. La caravana de coches hizo sonar sus bocinas hasta entrada la noche. Cuando la fiesta popular llegó a su fin, los jugadores cumplieron la promesa empeñada. En una noche lluviosa y helada, corrieron un par de kilómetros hasta Costa Bonita con el objeto de agradecer a la Virgen de la Playa. Objetivo cumplido. Ahora: Nacional B.