En el final del partido, luego de una ventaja defensiva, Eduardo Salvio encontró el gol para darle a Boca un triunfo ante el rival más débil del Grupo H. El Xeneize quedó a tiro de los octavos de final: con un punto más, pasará de ronda.
Eduardo Salvio, otra vez el héroe de Boca, celebra su gol junto a Capaldo y Bou. El Xeneize venció a Independiente Medellín, en Colombia, por Copa Libertadores. (EFE/ Fernando Vergara).
Un puntito, apenas. Boca necesita empatar el martes ante el debilitado Libertad para clasificarse a la segunda ronda. Más allá de lo numérico, Boca jugueteó demasiado con un rival, el DIM, que cotiza tres goles, mínimo, abajo del equipo de Russo. Quedará el triunfo, otro más, el invicto que se extiende y punta en el grupo H. Pero para la Séptima deberá dar más.
Lo mejor de Boca, por escándalo, fue el nivel de Tevez. Muy por encima de la media del resto, lo de Carlitos sorprende, no tanto por el nivel que tiene su juego, sino por la continuidad que mantiene por largos pasajes. Si en la Superliga pasada las apariciones del Apache fue en momentos decisivos, este remix de 2020 muestra un Tevez lúcido para la elaboración, sagaz en la toma de decisiones y picante para llegar a situaciones de gol con una capacidad asombrosa para un veterano de 36.
Claramente, fue un líder solitario en el primer tiempo, salvo en alguna aparición de Salvio en una doble situación clara de gol, casi siempre fueron apariciones de Tevez mal terminadas por sus compañeros. Porque ni Pol Fernández se asociaba para la construcción, ni Soldano para la definición. Boca necesitaba otros interlocutores para encarrilar un desarrollo que le fue claramente favorable. No tanto desde el planteo, sino más que nada por la capacidad individual, abismal entre un equipo y otro.
Si Obando le dio más profundidad por la izquierda, el ingreso de Walter Bou le agregó peso al área. Soldano está demasiado enfocado en cumplir con sus deberes defensivos, pero suele ser políticamente correcto y ahí se le diluyen sus aspiraciones ofensivas. Bou es más proclive a pedir perdón que a pedir permiso y busca el arco como prioridad 1, 2 y 3.
Igual, a Boca le faltó continuidad. Se paró de tres cuartos a tres cuartos, para esperar y contragolpear, y se quedó enganchado en ese rol híbrido que le fue quitando impulso y ambición. Si contra el ex equipo de Ramón el gol maduró rápido, anoche Boca confió demasiado en que la ventaja iba a llegar, y en esa espera un tanto pasiva se le fue yendo el partido ante un rival que, literalmente, casi no pateó al arco.
Tevez siguió en modo Apache, como en ese taco magistral que dejó a Pol cara a cara con el gol, pero la pelota besó el palo y se fue, aunque falló la más fácil en ese desborde de Obando que le quedó para la derecha y la tiró arriba. Lo tuvo Salvio, también Capaldo. Al final, el gol llegó por su propio peso. Un horror defensivo de Delgado le regaló el gol a Capaldo, la mala definición del volante y la aparición fantasmal de Salvio, el goleador que ya pinta para el Guiness, acomodaron la noche para que Boca se vuelva a la Argentina con seis de seis y la Copa encaminada. Ahora, si hablamos de juego, es otra cosa…