Por Ignacio Miri
Dirige el plantel superior de Necochea Rugby, su caso es único en latinoamérica y, según los registros conocidos, sólo un puñado de mujeres en el mundo logró meterse como hizo ella en un deporte siempre asociado a la ultramasculinidad.
Magalí Fazzi es profesora de Educación Física. Tiene 32 años y consiguió, luego de prepararse durante largo tiempo, convertirse en la entrenadora de un equipo del deporte que ama. Hasta acá, su historia podría ser parecida a la de cualquier otra deportista que decidió dedicarse a actividades de alto rendimiento. Pero Magalí es entrenadora de rugby, y además dirige a un plantel superior masculino. Su caso es único en latinoamérica y, según los registros conocidos, sólo un puñado de mujeres en el mundo logró meterse como hizo ella en un deporte siempre asociado a la ultramasculinidad y en el que las chicas están dando, muy de a poco, sus primeros pasos.
Desde que comenzó este año, Fazzi dirige el plantel superior de Necochea Rugby, un club joven que juega sus torneos en la Unión de Mar del Plata y que se animó a cambiar la forma de pensar su organización y darle a una chica la responsabilidad de llevar adelante su plantel masculino, un equipo que ya llevaba varios años formado e integrado por jugadores que aprendieron a escuchar a una persona que pesa la mitad que ellos y que les llega, con suerte, a la altura de los hombros.
¿Cómo llegó Magalí a ese lugar único para una mujer? Ella misma dice que su primer deporte fue el fútbol. Comenzó a patear la pelota redonda a los 5 años, y lo hacía muy bien. A los 17 años, cuando estaba terminando el secundario, fue convocada para jugar en la Selección Argentina para un sudamericano Sub 20. Compartió ese torneo en Colombia con muchas de las chicas que este año viajaron al Mundial Femenino con la celeste y blanca.
Una lesión en el tobillo la obligó a parar por un tiempo y cuando pudo volver a moverse, una amiga la invitó a entrenar a una plaza de Tandil, la ciudad en la que creció, pero la invitación tenía una trampa: la pelota era ovalada. Era 2010, y el cambio de pelota, y de deporte, le gustó: “Me pareció muy interesante y desafiante”, manifestó.
“En 2019 me fui a jugar a Australia, a la Liga de Sidney, porque quería ganar experiencia en el rugby de 15 jugadoras. Allí jugué de medio scrum en Warringah, en esa liga, y aprendí muchísimo”, recuerda.
“En 2021 y 2022 entrené a los menores de 15 años y este año los Tiburones se quedaron sin entrenador en el plantel superior. Ahí se produjo una combinación, porque el club ya me conocía bien y a la vez yo quería entrenar al plantel superior, así que empecé a entrenarlos sola. Hay chicos desde 18 años pero la mayoría del plantel tiene cerca de treinta años. Es un equipo que ya estaba formado y que tiene recorrido. También trabajamos con una preparadora física, así que somos dos mujeres, Josefina Serqueira y yo, las que entrenamos a los jugadores en la cancha y en el gimnasio”, dice.