La salud del exboxeador Juan Domingo Roldán empeoró en las últimas horas y falleció por coronavirus en el hospital J.B. Iturraspe de San Francisco
Martillo Roldán estaba internado desde el jueves con Covid-19.
¿Hubiera sido diferente la historia si Juan Domingo Roldán hubiera ganado alguna de las tres peleas que hizo por el título mundial de los medianos entre 1984 y 1988? ¿El destino del Luna Park estuvo en sus puños? ¿Hubiera mantenido abierto Juan Carlos Lectoure el templo mayor del boxeo nacional si “Martillo· hubiera sido campeón de los 72.500? Imposible saberlo. Los protagonistas ya no están en este mundo. Lectoure falleció en 2002 llevándose la respuesta consigo. Roldán también se fue este miércoles en San Francisco (Córdoba) a los 63 años, víctima de la covid 19, que no perdonó su sobrepeso y una salud descuidada.
Un par de datos bastan para calibrar la importancia que Roldán tuvo para el boxeo argentino en la década del ‘80: fue uno de los más grandes pegadores de la historia. En la misma línea de cañoneros históricos como Luis Angel Firpo, Alfonso Senatore, Eduardo Lausse, Miguel Angel Cuello, Jorge “Locomotora” Castro y Julio César Vasquez, capaces de acabar una pelea con sólo aplicar un golpe. Peleó tres veces en cinco años por la corona de los medianos, aquella que fue de Carlos Monzón. Y fue una figura convocante en tiempos de marea baja para el boxeo.
Acaso, el último gran ídolo del Luna Park y la gran apuesta final para mantener viva la actividad y abiertas las puertas del viejo estadio. Por eso, Tito Lectoure sintió tanto las derrotas de Roldán. Después de perder contra Hagler, de la bronca le pegó una trompada a la pared del vestuario y se rompió una mano. Tras caer ante Hearns, fue más allá y le cerró al boxeo para siempre, las puertas de Corrientes y Bouchard.
En cierta manera, “Martillo” tuvo mala suerte: se le cruzaron en su camino campeones enormes como Marvin Hagler y Tommy Hearns. A Hagler lo derribó en el primer round de aquella pelea del 30 de marzo de 1984 por el título de la Asociación en el fastuoso Hotel Riviera de Las Vegas (ya demolido), pero su ojo derecho cerrado de un pulgarazo que Hagler le aplicó para frenar sus embestidas, lo sacó del ring en el 10º round. “Tito me trató de cagón esa noche, y se enojó mucho conmigo, pero lo cierto es que yo no veía nada de nada” recordó Roldán años más tarde.
A Hearns estuvo a punto de noquearlo en aquella noche del 29 de octubre de 1987 en el Hilton de la capital del estado de Nevada por la corona del Consejo. Pero la “Cobra de Detroit” pudo sostenerse en pie y lo terminó en el 4º round. Un año más tarde, Lectoure, convencido de que si o si “Martillo” tenía que ser campeón del mundo, le consiguió una nueva chance ante Michael Nunn por el campeonato de la Federación Internacional, otra vez en el Hilton de Las Vegas. Pero Roldán, en medio de la engorrosa separación de su primera esposa, afrontó el combate sin fuerza espiritual. Perdió por nocaut en el 8ª asalto y a los 32 años, se bajó de los rings para no volver nunca más. Su record final fue de 67 triunfos (47 por vía rápida), 5 derrotas y 2 empates.
Nacido en Freyre (Córdoba), el 5 de marzo de 1957 y profesional desde fines de 1978, Lectoure pronto tomó nota de la potencia de ese muchacho cordobés que, con sus mazazos, arrancaba de los ganchos las bolsas del gimnasio y que dejaba a sus rivales con tres o cuatro dientes menos o con un par de costillas fracturadas. El año del despegue definitivo de Roldán fue 1981: le ganó a Jacinto Fernández (pupilo de Amilcar Brusa e íntimo amigo de Carlos Monzón) el título argentino en un tinglado armado en pleno campo en San Francisco y noqueó en 3 vueltas en el Luna Park al campeón uruguayo José María Flores Burlón. Luego de varios triunfos a estadio lleno en el Luna (cuyo público lo aceptó a pesar de su estilo tosco y rudimentario), en 1982 Lectoure se lo llevó a Europa y a los Estados Unidos.
La estrategia fue simple: con el aval de Bob Arum, el factotum de la promotora Top Rank, Lectoure decidió seguir el paso de Marvin Hagler y hacerlo pelear a Roldán, en los mismos shows en los que se presentaba el por entonces campeón de los medianos de la Asociación. Así fueron pasando de largo expertos probadores. Hasta que después de noquear a fines de 1983 en el 6º asalto a Frank “Animal” Fletcher” en Las Vegas en la misma velada en la que Hagler expuso su título ante el legendario panameño Roberto “Mano” de Piedra Durán, la pelea por la corona quedó lista. Y aunque perdió, quedó bien parado para insistir tres años más tarde con Hearns y por último con Nunn.
Con el dinero que recaudó en su campaña, Roldán se dio un gusto: comprar el campo de 80 hectáreas donde de chico trabajaban él y su padre. Y otro más: comer opíparamente. Pesaba 120 kilos luego de haber llegado a 72 y medio en sus tiempos de boxeador profesional. Rehizo su vida personal, tuvo una hija y vivía sin ostentaciones en una casa sencilla en el centro de la ciudad de San Francisco (Córdoba). El pasado viernes 6, un hisopado le dio positivo a él y su esposa. Ella pudo salir adelante. Roldán no tuvo tiempo de aplicarle al destino, la última mano de nocaut.