La noticia del fallecimiento de Joaquín Salvador Lavado, más bien conocido como Quino, a sus 88 años, dejó un gran vacío en el humor gráfico global. Sin embargo, el recuerdo de sus obras inundaron internet y las redes sociales, sobre todo de viñetas de la ocurrente Mafalda, a través de la cual el artista hacía alusión, entre otras cosas, a algo que le apasionaba analizar: el fútbol.
Aunque no se consideraba un fanático de este deporte, el historietista mendocino, que contaba con un premio Príncipe de Asturias en su estantería, decía que le encantaba analizar el fútbol como fenómeno social. Así lo contó en una entrevista a TN con Santo Biasatti, en 2013, donde además admitió que su equipo preferido era el de “los Diablos Rojos de Avellaneda”, es decir, Independiente.
“Que el fútbol genere tanta violencia, donde llegan a haber muertos… no sé si hay algún otro deporte que genere muertes”, reflexionó entonces Quino, quien trasladó esta observación a algunas de sus caricaturas.
Asimismo, aunque decía que jamás en su vida había hecho deporte, confesó que le gustaba escuchar los partidos relatados por José María Muñoz y por Fioravanti.
Una de las ilustraciones más emblemáticas en relación al fútbol que Quino le regaló al mundo, es la de Mafalda mientras su padre escuchaba la radio. En la transmisión, una persona hablaba del deporte más popular del país, por lo que la niña preguntó si se refería a la queja, lo que desconcertó a su papá. Ese clásico efecto que su ingenio provocaba en los adultos.
Otra de las obras destacadas sobre este deporte es una en la que Susanita, la mejor amiga de Mafalda, observa un partido de fútbol con total euforia mientras la protagonista de la tira y otros personajes como Miguelito y Manolito se enfrentaban en la cancha y terminaron enojados con ella por sus constantes correcciones sobre el juego.
El humor, la capacidad de análisis, las críticas al mundo y a la actualidad y la vida que Quino le dio a sus personajes lo convirtieron en uno de los artistas más destacados de la historia, no solo en Argentina sino en el mundo. Por eso, sus caricaturas siempre perdurarán y tendrán el sello imborrable de su autor.