El 0-2 ante Independiente dejó a los de Gallardo afuera de la primera final que tenían en mente, la de la Copa Diego Maradona. Y ahora el martes, en Brasil, deberán juntar fuerzas para pensar en la épica ante Palmeiras y soñar con la otra final, la de la Libertadores. Panorama negro para los del Muñeco…
Marcelo Gallardo acaba de ser expulsado por Diego Abal, que anota en su libreta. Crédito: Mauro Alfieri / POOL ARGRA
River perdió 2-0 con Independiente y quedó afuera de la final de la Copa Diego Armando Maradona. Dos goles de Alan Velazco (el segundo, con la complicidad de Franco Armani, arquero millonario) sentenciaron el partido. El árbitro, Diego Abal, expulsó en el segundo tiempo a Marcelo Gallardo, DT de los de Núñez, por protestar.
El partido fue entretenido desde el comienzo. Los dos se posicionaron para atacar, lo cual generó un arranque de ida y vuelta. Y en ese juego, el que asomó como una amenza constante para el fondo de River fue Alan Velasco. El juvenil, con la 9 en la espalda, vio antes de los 10 minutos cómo Armani le desviaba un remate. Pero a los 25 el arquero no pudo con él: Velasco tomó la pelota en tres cuartos de campo, giró, se sacó de encima a Ponzio y sacó un remate potente y esquinado, desde fuera del área. El golazo ponía arriba a Independiente.
Desde ese momento, River sintió el golpe e Independiente se dio cuenta. Con la inspiración del joven y también con la inteligencia de Silvio Romero, el Rojo advirtió que podía hacer daño. River tambaleó unos minutos y luego intentó volver al partido. Sosa, el arquero visitante, ya no pasaba los sofocones del principio, de todos modos.
En un minuto hubo dos jugadas decisivas. River llegó con profundidad, pero Carrascal no encontró el espacio para rematar y le robaron el balón; enseguida, Velasco entró por derecha y remató desde lejos, Armani se pasó en el cálculo y la pelota entró por el medio del arco. Otro error del arquero, como el martes ante Palmeiras, y otro gol. En este caso, el segundo de Velasco en la noche. Iban 40 minutos.
En el segundo tiempo, River cambió. Gallardo movió el banco de suplentes y modificó el esquema. Fue menos vertical y más paciente. Creció en elaboración, con Nacho Fernández de cara al arco y Carrascal como armador, detrás de Borré. Llegó un par de veces con peligro, aunque se encontró con un arquero invencible: Sebastián Sosa. Cuando no encontró las manos del uruguayo, River se topó con un defensor vestido de rojo, como Bustos en una jugada en la que Borré había definido y ya se relamía.
Al contrario de otros partidos, al equipo millonario le faltó contundencia. Ni con su equipo de gala pudo River conseguir el descuento. Matías Suárez ya estaba en la cancha, igual que Federico Girotti. También ingresó Cristian Ferreira. Incluso el Muñeco puso a Gonzalo Montiel, uno de los que había sido preservado. Debía hacer cuatro goles para tener alguna chance. No hizo ninguno.
Sosa y sus atajadas fastidiaron a River. A tal punto que fue el propio Gallardo el que se enojó con el árbitro asistente por un supuesto penal no sancionado. Diego Abal no dudó y lo expulsó. El Muñeco se fue de la cancha musitando bronca. Esa imagen suya reflejó el partido de River, que no tuvo ni suerte ni contundencia. Y que cuando gozó de alguna oportunidad clara no pudo vencer al arquero de Independiente. Por eso perdió. Por eso se quedó sin chances en la Copa Diego Maradona. Y por eso ahora mira a la Libertadores. Aunque precise un partido épico en Brasil, es lo único que le queda.