Racing Club no pudo con Flamengo y deberá luchar por su clasificación en el Maracaná. Héctor Fertoli y Gabigol, los goleadores del partido.
Hubo noche de Copa Libertadores en Avellaneda. En un partido muy caliente, con intervención del VAR y algunas polémicas, Racing igualó 1 a 1 ante Flamengo, último campeón. La serie queda abierta, de cara a la revancha en el Maracaná, el próximo martes.
Un mes y un día corrió desde el viernes 23 de octubre, cuando el sorteo digitó este cruce de octavos de final entre Racing y Flamengo. La Academia pasó en tiempo récord de ser el más temible de los segundos, el que todos querían evitar en esta Copa, a una institución que se consume en una crisis interna y un equipo que arrastraba cuatro derrotas al hilo. Ayer recuperó parte de la energía que había mostrado durante la primera fase, lo que le da margen a la ilusión para el milagro en Río de Janeiro. Y eso es mucho para cómo llegó a este juego.
Como si fuera una versión oscura del Juego de la Oca, avanzó casilleros en un terremoto autoinfligido: caídas en el torneo local; cambios en la metodología y el clima de los entrenamientos; una catarata de lesionados; la certeza de la salida del ídolo Diego Milito del club; la inacción del presidente Víctor Blanco para evitarlo; el anuncio de Milito, con el presidente como principal destinatario, y una respuesta hiriente de la Comisión Directiva como corolario. Todo eso atravesó Racing en este mes en que no hubo Libertadores.
A finales de octubre, el choque ante el último campeón de la Libertadores era tomado puertas para adentro como «un partido que puede cambiar la historia del club». A finales de noviembre, parecía a ser un asterisco en medio de la crisis. Hasta que se prendieron las luces del estadio de Avellaneda. Fue una noche caliente de Copa Libertadores. La entrada en calor de Flamengo en el Cilindro pareció un haka de los All Blacks: los 23 futbolistas, titulares y suplentes, parados en fila a lo ancho del Cilindro. Fue una puesta en escena, una muestra del poderío del último campeón. Racing cerró la suya a pura arenga, incluido con Marcelo Díaz, en muletas, tras una operación en su rodilla derecha. Durante el partido, la delegación carioca se hizo sentir desde la plata: los gritos e insultos al juez venezolano Alexis Herrera, más la tormenta de arranque, marcaron la intensidad del partido.
El resumen del partido
En medio de esa corriente adversa, Sebastián Beccacece preparó durante ese mes el plan de juego para hacerle frente al Mengao. «Vamos a llegar 100 puntos», había prometido el rosarino, que apostó por llevar al último campeón de América hacia los laterales, en un esquema con carrileros y extremos, vaciando el centro del campo. La sorpresa fue la aparición del uruguayo Fabricio Domínguez, de 22 años, que tuvo su estreno en la Academia la semana pasada, en Tucumán. El mediocampista erró un penal ante Atlético, pero igual Beccacece le dio su confianza. De sus pies nació el gol: una corajeada por derecha que terminó en centro y gol de Héctor Fértoli. Pareció una descarga necesaria. Pero duró sólo un minuto. Lo que a la Academia le costó mucho esfuerzo el visitante lo resolvía fácil: Bruno Henrique ganó por izquierda y, de cachetada, habilitó a Gabriel Barbosa para el 1 a 1. Entre Bruno Henrique, que le sacó brillo al ángulo izquierdo de Arias, y Domínguez, estuvo el duelo del primer tiempo.
El equipo de Beccacece recuperó la intensidad y la actitud que no había mostrado en la Copa de la Liga, aunque por momentos corrió de atrás a las individualidades brillantes del Flamengo. Lisandro López no convierte hace 20 partidos, desde octubre del año pasado. Cuando logró mandar la pelota a la red, Herrera le anuló el gol por una falta previa inexistente de Eugenio Mena. Fue la primera vez la historia del Cilindro con VAR; resultó llamativo que no se revisara esa jugada, aunque después entró en acción: anuló bien por fuera de juego un gol para cada equipo y marcó la expulsión del central Mateus. Dos minutos después de ese grito atragantado de Lisando, la conexión se repitió pero el capitán tiró la pelota por arriba del travesaño. No está con suerte Lisandro, pero aún le queda una esperanza en el Maracaná.