El Gobierno presentó los resultados preliminares de la Evaluación Nacional del Proceso de Continuidad Pedagógica. El primero de los informes muestra una brecha amplia entre las escuelas públicas y privadas en la intensidad del vínculo que pudieron mantener los docentes con sus alumnos. Tal como se esperaba, la desigualdad se convirtió en un factor aún más determinante durante la pandemia.
En estos cinco meses de escuelas cerradas, casi la totalidad de los establecimientos generaron propuestas de continuidad pedagógica. El 95% de los hogares confirma ese dato. En general, la respuesta del sistema educativo fue rápida: el 80% pudo establecer un contacto con sus estudiantes en el término de dos semanas o menos. Solo un 5% declaró estar adecuándose todavía a la educación remota.
La disparidad en el acceso a Internet no permitió una estrategia generalizada en el país: 3 de cada 10 hogares no tiene Internet fijo. Entre ellos, el 27% solo accede a través del celular y el 3% no accede por ninguna vía. Más aún, el 53% no tiene una computadora personal para uso educativo. La brecha se dispara cuando se mira al interior de las gestiones: el piso tecnológico del sector privado duplica al sector estatal y ello, claro, va atado al nivel socioeconómico. Los hogares de mayores ingresos pudieron sostener el aprendizaje con mayor fortaleza.
Mientras que en el sector privado cerca del 90% de las escuelas mantiene contacto con sus estudiantes más de una vez por semana, en las escuelas estatales esa frecuencia desciende al 70%. Las clases por videoconferencia, con herramientas como Zoom o Meet, se concentran en las escuelas privadas: 73 contra 17 por ciento. De igual modo, es más frecuente el uso de plataformas educativas en las colegios particulares: 30 contra 6 por ciento. Las clases grabadas, ya sea en audio o video, se reflejaron más en el sector privado y sus docentes también recomiendan la utilización de podcasts o videos ya disponibles en la web con mayor frecuencia.
En tanto, los cuadernos que distribuyó el Ministerio de Educación alcanzaron su nivel más alto de prenetración en el sector público, en aquellos hogares más vulnerables que no disponen de acceso a Internet.
“Si bien hay un fuerte compromiso de la comunidad educativa, no estamos conformes con los resultados porque muestran una incidencia altísima de la desigualdad en la continuidad pedagógica. No depende únicamente de la oferta de las escuelas, sino más bien de la disponibilidad de los recursos en los hogares. Una escuela puede ofrecer una clase por Zoom diaria, pero si en el hogar no hay Internet o computadora es imposible”, explicó Gabriela Diker, secretaria de Evaluación e Información.
La funcionaria explicó que, si bien la brecha entre gestiones es amplia, está dentro de lo esperable ya que el sector estatal alberga a la ruralidad y tiene mayor presencia en las localidades urbanas más vulnerables. “Están distribuidas en los territorios que a los fines de conectividad ven más dificultad”, señaló.
El trabajo que lleva adelante el área de Evaluación de la cartera educativa apunta a seis líneas de trabajo: sistematizar la experiencia internacional, relevar las políticas públicas a nivel nacional y provincial y tres encuestas, tanto a directivos, como a familias y docentes.
Los resultados que presentaron corresponden a las encuestas a directivos y familias, que contó con el apoyo de Unicef. Ambos informes empiezan a proyectar el día después en las aulas, que advierten requerirá una reorganización de los contenidos que no se pudieron dar durante la cuarentena. Para el 18 de agosto, lanzarán la plataforma nacional, que reunirá las experiencias provinciales y será de navegación gratuita.
“La evaluación de las políticas públicas es un elemento innegociable en nuestra gestión. Pero tan importante como evaluar es qué hacemos con los resultados. No pretendemos que sea una herramienta estadística, sino que nos permita corregir aquello que tengamos que corregir y profundizar aquello que tengamos que profundizar”, sostuvo el ministro de Educación Nicolás Trotta.
Cómo y cuánto aprendieron
Pese a las limitaciones tecnológicas, 3 de cada 4 directores manifestaron que la escuela mantuvo contacto más de una vez por semana con sus alumnos. El 10% tuvo muy bajo contacto: solo dos o tres veces por semana. Dentro de ese porcentaje, aparece el dato más preocupante de la encuesta: un 4% de los estudiantes no tuvo ningún vínculo con sus maestros en esta primera mitad del año.
El medio de comunicación más utilizado es el celular, ya sea mensajes de texto o WhatsApp. En las escuelas públicas, la comunicación se restringió prácticamente al celular.
“El canal de comunicación no nos dice mucho. El Zoom o un aula virtual no nos permite sostener que por sí mismo mejora la calidad de la enseñanza ni el tipo de experiencia, pero sí es cierto que genera condiciones para que pueda ser más intensiva”, planteó Diker.
En términos de aprendizajes, seis de cada diez adolescentes reconoce haber aprendido nuevos contenidos en este proceso singular, del mismo modo que creen que ahora saben organizarse mejor y de forma más autónoma. Una alta proporción también remarcó que les gustaría seguir aprendiendo a partir de contenidos digitales una vez que vuelvan las clases presenciales.
Los alumnos dedicaron 10 horas semanales en promedio a las actividades escolares. 1 de cada 3 participa de una continuidad pedagógica de “alta intensidad”, es decir, con tareas y devoluciones rápidas de los docentes. Incluso para el 58% fueron muchas las tareas que les enviaron sus maestros.
La continuidad pedagógica dependió casi absolutamente de las mujeres. En 9 de cada 10 hogares fueron las madres quienes ayudar a sus hijos, lo que se suma al plantel docente compuesto por 80% de presencia femenina. Entre las familias, se refleja una fuerte preocupación respecto a la vuelta a las aulas: dos tercios manifestaron temor de que se sus hijos se contagien en la escuela.