El diario La Nación reflejó la historia de la joven que vive en Necochea y acaba de estrenar “Flor de Loto”, un tema en clave soul que repasa su historia de vida, que la llevó a dejar a los 12 años su República Dominicana natal para instalarse con su hermana y su mamá en nuestra ciudad.
Nació en República Dominicana en el seno de una familia muy humilde, fue abandonada por su padre a los 8 años y, desde los 12, vive en la Argentina. Cantante, compositora, modelo y artista plástica, Mariangel es la última promesa del soul y el R&B en español, el género de música popular afroamericana que tuvo su origen en Estados Unidos en los años 40 a partir del blues, el jazz y el gospel.
Mariangel llegó al país con su hermana para radicarse en Necochea con su madre, que ya residía en el país desde hacía varios años. Estudió artes plásticas en la escuela de arte Orillas del Quequén y en los últimos años de su formación descubrió su vocación por la actuación. En 2017 decidió mudarse a Buenos Aires para seguir formándose como actriz y cantante. Por estos días, cien por ciento dedicada a la música, anuncia el lanzamiento de su primera canción, “Flor de Loto”, donde presenta su personal universo sonoro de una manera muy íntima.
“‘Flor de loto’ es una canción extremadamente autorreferencial, tiene mucho que ver con mi persona y ámbitos generales de mi vida. Es una carta de presentación, una especie de manifiesto de mi vida, de mis ideales, de mis luchas, de la manera en la que yo me veo. La canción tiene además un guiño respecto de cuestiones étnico-raciales, de mi procedencia, lo que me conforma como persona, como un sujeto social: esto de ser una mujer, inmigrante, venir de una familia muy, muy pobre, ser afro descendiente. Hay una frase de la canción donde digo que soy una mujer marrón: ‘I’m a brown skin girl, y no conozco más que florecer en el barro’, haciendo referencia a las cuestiones difíciles de la vida”, señala Mariangel Fabián Núñez, tal su nombre completo. En una charla que desborda simpatía, la artista dominicana repasa el recorrido que la trajo hasta aquí, sus próximos pasos con la música, incluido el lanzamiento de un nuevo sencillo para el mes próximo y la publicación de su primer EP para septiembre de este año.
–¿Cómo descubriste tu vocación como actriz y cantante?
–Tú sabes que en el fondo siempre supe que me iba a dedicar a las artes, que esa era mi pasión. Desde niña siempre fui una nena muy extrovertida. En la escuela, en Dominicana, siempre bailaba o cantaba, participaba en los coros de la iglesia, en las fiestas del pueblo. Eso sumado a que mi papá y mis tíos son músicos. Tenía estas figuras que estaban metidas en el arte, que dedicaban su vida a eso. Al menos hasta los 8 años, porque después mi papá se desapareció.
–¿Venir de una familia humilde y mono parental te condicionó al momento de elegir una carrera?
–Sí, todo esa carga de “del arte no se puede vivir” pesó mucho. Siempre quise hacer algo para ayudar al mundo, porque soy una chica sensible a las realidades que me rodean, así que me fui a Mar del Plata a estudiar Trabajo Social, pero no pude sostenerme económicamente y tuve que volver a Necochea. Entonces entré a estudiar artes plásticas, y en una de las materias nos unificaron con los estudiantes de teatro durante todo un año, empecé a actuar y me di cuenta de que me gustaba muchísimo y ahí arranco mi amor por el teatro y la actuación. Paralelo a todo esto, la música siempre estuvo ahí como mi gran amor, era mi deseo y por supuesto que cuanto más grande es el deseo más grande es el miedo. Me seguí formando, tomando clases de canto, escribiendo un montón de canciones, hasta que en 2017 me vine a vivir a Buenos Aires.
Al llegar a la ciudad, Mariangel hizo seminarios de actuación con productores como Claudio Ferrari, que eligió para un pequeño papel en una de sus obras, Costumbres Argentas. Esa fue su primera actuación en teatro, seguida de otras participaciones en tiras de ficción como la serie Puerta 7, de Netflix.
A su vez, la marca de ropa Maddens Clothing, de Candelaria Tinelli, la contrató para el primer desfile en Bafweek de la marca, que dio inicio a su carrera como modelo, para luego incorporarse a una reconocida agencia de modelaje del país, LOmanagement.
–¿Cómo conviven tu faceta de modelo con la de actriz y cantante?
–Lo vengo descubriendo, despojándome también de ciertos prejuicios propios y ajenos. Ahora se acepta más que alguien se dedique a varias cosas, pero la sociedad todavía tiene una idea muy segmentada de lo que uno tiene que hacer. El modelaje fue mi entrada, me dio visibilidad y me permitió conectarme con gente que se dedicaba a cosas parecidas, pero creo que mucha gente tiene como cierto ojo de decir: ‘Bueno, que esta mina no se quiera hacer la cantante porque simplemente es modelo’. Así que voy como surfeando todas esas cuestiones, con mi percepción de las cosas y con la de los demás. Al final, creo que todo se complementa. Si bien hay cosas que son naturales en mí, dones o talentos que fueron desarrollados desde muy niña, todos los he trabajado mucho formándome con muchas clases de canto, estudiando teatro, haciendo varios seminarios.
–Más allá de la exposición que te dieron el modelaje y la actuación, nunca abandonaste tu sueño más grande con la música, al que hoy dedicás todo tu tiempo y energía. ¿Cómo producís tus canciones?
–Todas mis canciones las escribo yo, toco algunos acordes básicos en el piano que me ayudan a componer y dar una estructura a mis letras y melodías. Generalmente parto de una melodía que me gusta, entonces la estructuro y luego escribo la letra. Aunque muchas veces, como en el caso de “Flor de Loto”, es al contrario, porque partí de una idea (‘I’m a brown skin girl, y como loto en barro fresco no conozco otra forma de vivir’), y sobre esa idea empecé a construir todo un concepto detrás, sobre lo que significa ser una chica afro, una chica negra. Para mí el arte siempre es autorreferencial, porque uno básicamente es una especie de canal que canaliza su experiencia de vida y lo cuenta afuera con estas herramientas.
–¿Cómo proyectás tu carrera?
–Sinceramente quiero ser una persona que pueda ayudar a otros. Quiero mostrar y trabajar las cuestiones buenas del ser humano para que impacten colectivamente mejor. Que las personas que me conozcan vean mis sombras pero también mis luces, y que sepan que uno puede, aunque sea difícil, querer vivir una vida buena, más allá de las circunstancias que le hayan tocado. También deseo una mayor visibilidad en los medios de las personas negras, de las personas marrones, de las diversidades de género, de las diversidades sexuales, porque para mí eso enriquece. Más allá de nuestras realidades subjetivas, de nuestros valores, de nuestras creencias, más allá de que no estemos todos en un mismo lugar, hay un gran rango de humanidad que nos unifica más que nos separa.
Por Alejandro Rapetti para La Nación