Osmar Bassi, conocido en toda la ciudad como “El Lacuha”, empezó a pasar música en Gardel, allá por los 80 y se volvió un referente de las juventudes y los DJ de la época, al punto que el paso de los años, lo encontró con miles de seguidores en el Instagram.
Así lo pudo comprobar durante el año de pandemia más estricta, cuando se suspendieron los eventos sociales y El Laucha se quedó sin trabajo como tantos otros.
Por casualidad y por divertirse un poco empezó a hacer transmisiones en vivo, para entretener a la gente haciendo lo que sabe: pasar sus vinilos que guarda prolijamente en una repisa bajo las consolas.
El principio fueron unos pocos que lo acompañaban cada sábado, pero con las semanas se fueron sumando, jóvenes y ya no tan jóvenes recordando las épocas de boliches y las melodías de entonces.
Así fue como un amigo, dueño de una cervecería artesanal, se acercó y le dijo que lo quería auspiciar. Con el tiempo se siguieron sumando comercios y una noche llegó a tener 35 auspiciantes para sus sábados de disco.
Contó que todavía piensa hacer una o dos transmisiones más, pero espera ansioso la vuelta de las fiestas sociales para poder retomar su trabajo habitual.
Un artista de los discos, un personaje entrañable de la historia de la noche necochense que logró surfear los años y las nuevas tecnologías para seguir siendo reconocido y querido por sus seguidores.