Ocurrió en la madrugada del domingo, a eso de las 5, cuando los bomberos que estaban de guardia en el cuartel de Quequén, sintieron golpes desesperados en la puerta.
Un padre había llegado hasta allí con su pequeño, de no más de dos años, que se encontraba desvanecido y sin signos vitales. Les explicó como pudo, entre los nervios y la angustia, que su hijo no reaccionaba y de inmediato, los oficiales comenzaron a hacer tareas de reanimación al pequeño mediante prácticas de RCP.
Mientras tanto, otro de los oficiales pedía de urgencia una ambulancia al hospital de Necochea, pero, viendo que el tiempo transcurría y el bebé no presentaba signos vitales ante las tareas de reanimación, decidieron, con el permiso del padre, llevarlo en un móvil del cuartel hasta el hospital.
Mientras tanto, seguían con el trabajo de intentar volverlo a la vida y otro de los oficiales, que quedó en el cuartel, avisaba al hospital la situación para que los médicos estén preparados para recibir al pequeño.
Por fin, en una de las tantas maniobras, a poco de llegar al nosocomio logran abrirle las vías áreas, y el pequeño puedo vomitar y volver en sí.
Cuando llegaron a la guardia, el bebé ya estaba llorando y respirando de manera autónoma y de inmediato fue ingresado al sector de pediatría.
Mas tarde, los padres se comunicaron con los bomberos para avisarles que el pequeño se encontraba bien y había sido dado de alta en horas del mediodía.
Los héroes que salvaron la vida del bebé fueron: el teniente Luis Di Scala; la teniente Yolando Remon y el Oficial de Policia David D’Agustini.
Por María José Hegui