A criterio del fiscal, la brutalidad ejercida y la droga dejada en el automóvil constituyeron “un mensaje”

La brutalidad con que fue asesinada Alejandra Fiorito (cinco disparos y una puñalada), así como la cantidad de droga dejada en el vehículo en que se cometió el crimen, constituyeron “un mensaje” de los autores del hecho.

Las investigaciones se encaminarían a concluir en que se trató de un “ajuste de cuentas” entre personas vinculadas con la venta de drogas en Necochea.
Así se desprende de las cuidadas palabras del agente fiscal Carlos Larrarte, al responder preguntas formuladas por el periodista Gustavo Nicolás, en la edición de este jueves de TSN Noticias.

Larrarte, a cargo de la investigación del asesinato de Alejandra Fiorito, de 45 años, cometido la noche del miércoles 29 de julio en el interior de un vehículo Suran estacionado en avenida 58 entre 87 y 89, admitió, no obstante, que aún no se descarta ninguna de las hipótesis formuladas.

El fiscal admitió que la forma metódica y cuidadosa con que Fiorito comercializaba droga desde hacía dos años, sin que ello trascendiera más allá de quienes eran sus clientes, hace que no resulte sencillo dar con personas vinculadas con la mujer por esa activida.

“Cuesta mucho seguir sus pasos”, afirmó Larrate, quien evitó brindar demasiados detalles, pero dejando traslucir que se avanza en la investigación. Confirmó que tanto huellas humanas como un cabello de mujer hallados en el habitáculo del auto fueron desestimadas como elementos de importancia para la causa.

-“¿La presencia de droga en el interior del vehículo y la cantidad de disparos efectuados pueden interpretarse como un mensaje del o los autores del hecho?”, fue la pregunta que hizo el periodista Gustavo Nicolás en diálogo telefónico a Larrarte.

-“Sí”, dijo, sin dudar, el fiscal de Delitos Complejos. Y agregó: “Sin descartar ninguna hipótesis. Entre los entrevistados por el hecho se hallan los hijos de la víctima, quien “poco han podido aportar”, según reveló Larrarte.
Alejandra Fiorito, según pudo corroborarse tras su asesinato, además de vender droga prestaba dinero. Recibió cinco disparos.

Dos de ellos, efectuados muy corta distancia, impactaron en el hombro derecho, perforándole el corazón y los pulmones. Los restantes, realizados desde la parte trasera del habitáculo del vehículo, atravesaron el asiente del conductor, haciendo blanco en su espalda. También presentaba una herida cortante a la altura del abdomen.

En una de sus manos Fiorito tenía dos envolturas de cocaína. Y otras 28 dosis se hallaban en un monedero. El mismo jueves 30 en que fue encontrado su cuerpo sin vida, se hizo un allanamiento en su vivienda de la calle 24 entre 55 y 57, donde se halló cocaína en forma de bocha y una balanza electrónica.

“Se aseguraron de matarla”, había declarado pocas horas después del crimen el fiscal Larrarte, tras comprobar la brutalidad ejercida. Ahora, sin descartar otras hipótesis, reveló que las investigaciones se orientan hacia un “ajuste de cuentas”. Lo cual daría la razón a quienes desde un primer momento vieron un “sello mafioso” en la forma en que fue asesinada Alejandra Fiorito.

Seguramente las investigaciones seguirán avanzando para determinar las vinculaciones de la víctima en el submundo de la droga, para poder encaminarse hacia pistas que conduzcan hacia la autoría del crimen