A veces, en el apuro del fin de año, los festejos, los precios que aumentan, la crisis y el DNU pasamos de largo esos pequeños detalles de la vida o las señales que interpone para que frenemos un ratito a mirar.
Porque mientras “los grandes” andamos corriendo de acá para allá, unos centímetros más abajo hay personitas que todavía están llenas de sueños y que celebran estas fechas desde la inocencia de la ilusión que las creencias han ido abonando.
La fotógrafa Estefanía Dray andaba así de apurada esta mañana por el centro hasta que “la foto” la frenó. Ahí estaba ella, Pilar Chanuar, abrazada a un Papá Noel que esperaba a los pequeños en la puerta de la farmacia de 64 y 63.
Los dos pegados, fundidos en la magia de esa Navidad que cada uno siente y lleva como puede. Papá Noel cierra los ojos y se deja admirar por esa pequeña que lo sujeta con fuerza, como para que no se escurra tan rápido el momento.
Imagino la alegría cuando por fin pudo contarles a sus amiguitos que estuvo esta mañana con el mismísimo Papá Noel; imagino a Papá Noel llegando a su casa, muerto de calor, pero con una sonrisa de oreja a oreja.
Pilar y su Papá Noel, la Navidad y esas pequeñas cosas que despejan por un ratito los apuros, nos vuelan a nuestra propia infancia y “nos hacen que, lloremos cuando nadie nos ve”.