Fue él: Martin. Fue ella: Kathrin. Y nuevamente fue él: Martin.
Así fueron los 43 años de vida de Martin/Kathrin Föhse, un profesor de derecho administrativo de la Universidad de St. Gallen, Suiza, quien vivió plenamente ambos sexos.
Como Martin, frente a sus estudiantes habla sin necesidad de un micrófono. Se para frente a ellos, imposta la voz, y explica sin formalidades marciales los secretos de su especialidad. Sin embargo, un año atrás sí hubiera necesitado un micrófono: entonces era Kathrin y su voz no era tan fuerte como ahora.
La vida de Föhse dio giros bruscos. Hasta los 32 años se comportó bajo esa identidad. Y entre esa edad y los 42 fue Kathrin y continuó desarrollándose profesionalmente como una abogada experta. Sin embargo, desde enero de 2018 quiso volver a ser aquel que supo ser: Martin.
Se adapta a sus giros existenciales sin rubor.
Pero lo que más sorprendió a Föhse durante su última metamorfosis fue que sus alumnos pasaron a tratarlo de “profesora” a “profesor” sin mediar ninguna explicación. Fue absolutamente natural la adaptación de ambas partes. “No escuché ningún comentario estúpido“, dijo el académico en diálogo con el diario Der Bund.
Su experiencia, comenta el profesor de derecho, fue maravillosamente opuesta entre una vida y otra. Los mundos de ambos sexos son completamente opuestos, indica a aquella publicación.
Cuando era más joven, Martin no se sentía totalmente a gusto en su papel de hombre. Recorre varias universidades hasta que finalmente comienza a estudiar derecho en la Universidad de Berna. Su reloj marca 24 años. Comienza una relación con otra joven estudiante llamada Anita. Le confiesa todo. Pese a las novedades, continúan juntos.
Pero las diferencias eran cada vez mayores. Su femineidad crecía en los espacios íntimos y Anita decidió poner un sano punto final al vínculo, pese al amor que se tenían. Fueron 10 años, en total. “En cierto modo, lo dejé porque quería a un hombre. Pero también puedes decir que me dejó siendo mujer“.
En noviembre de 2008, cuando decidió convertirse en Kathrin, Föhse pensó que lo primero que debería cambiar era su cabello. Su peinado. Luego, un poco su rutina. O mucho. Pero también debía adaptarse a su nueva vida y preparar a los demás para esa nueva etapa.