Soledad absoluta en la Terminal de ómnibus. Como si hubiesen puesto la pausa a una película, el edificio está cerrado desde hace más de 6 meses, cuando arrancó la pandemia por el coronavirus y sólo funciona hasta las 14 una ventanilla donde se entregan encomiendas.
Puertas cerradas y trabadas con bancos, vidrios rotos y ventanas con tierra que dejan entrever un interior desolado, con ventanillas cubiertas por nylons y algún colchón que quedó esperando a ser retirado.
Más allá la clásica confitería, con las mesas adornadas con servilleteros y más soledad.
En el sector donde los taxis esperaban pasajeros también hay vació. Una cinta de prohibido pasar bloque otro de los sectores donde días atrás se produjo un robo en el que delincuentes se llevaron elementos del buffete.
Pedazos de una bandera argentina, enredada al mástil y el carrito de choripanes también abandonado, como si de golpe alguien hubiese apagado el tiempo.
Hace más de 6 meses, cuando el gobierno anunció el inicio de la cuarentena por el coronavirus, quedaron suspendidos los servicios de micros de larga distancia y de a poco la Terminal empezó a quedarse sola.
La Cooperativa de Trabajo 25 de mayo sigue a cargo del lugar y que en el último tiempo había comenzado a cobrar un poco más de vida con la llegada de otras empresas, la apertura de la confitería y también del buffete.
El panorama es triste si se tiene en cuenta además que se avecina una temporada incierta y aun con pocas precisiones.
En el anden, una mujer se acerca a la puerta y mira. Los viajes siguen prohibidos y las distancias se hacen para muchos, eternas. Como esta cuarentena, como esta pandemia, como ese micro que se espera y que parece que nunca termina de llegar.