Bajo el lema “Transformando la Justicia”, la Asociación Civil Usina de Justicia (UJ), presidida por la filósofa e investigadora Diana Cohen Agrest, realizó su segundo cóctel anual donde se hizo la entrega del Premio Anual a la Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual la UJ participa como miembro de la sociedad civil.

El objetivo de este evento es reunir a distintos actores de los sectores público y privado en pos de promover políticas públicas que fortalezcan la justicia y la seguridad en la Argentina. Los fondos recaudados serán destinados a potenciar la labor de Usina de Justicia a través de sus programas de acompañamiento a víctimas de homicidios, incidencia en políticas públicas y capacitación e investigación.

Entre los presentes estuvieron el Juez de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, el Procurador General de la Nación, Eduardo Casal, el juez Gustavo Hornos, el candidato a presidente José Luis Espert, los diputados Natalia Fidel, Pablo Tonelli y Luis Petri, el fiscal José María Campagnoli, el abogado Daniel Sabsay, el escritor Marcos Aguinis, el presidente del Colegio de Abogados, Máximo Fonrouge, el embajador del Reino Unido Mark Kent, y los periodistas Héctor Gambini y Jorge Fontevecchia.

En un apartado durante el evento realizado en el Alvear, Cohen Agrest le dijo a Clarín que está sorprendida por la evolución y el crecimiento de Usina de Justicia, que va por su quinto año. “Conseguí un apoyo impensado, de personalidades de distintos ámbitos. Cuando murió mi hijo Ezequiel, en 2011, era una voz en el desierto, porque el paradigma que regía era muy distinto al que estamos tratando de mostrar desde Usina de Justicia”.

-¿Qué están intentando mostrar desde UJ?

​-Distinguir entre víctima y victimario. El victimario no es un productor disociado ni una construcción social, sino que es aquel que delinque por un acto de propia voluntad. Y la verdadera víctima, la genuina, es aquella que ya no está.

-Algo que debería sonar obvio y que evidentemente no lo es.

-Lamentablemente tenemos un sistema anquilosado, que privilegia al victimario y abandona a la víctima. El victimario cuenta con un abogado pagado por todos nosotros y la víctima o los familiares de ella no sólo deben transitar su duelo sino representar a la persona muerta ante la Justicia.

-Aquí hay gente de la Justicia. ¿Es un mensaje a ellos?

-Esperemos que les llegue. Que sepan que UJ lucha por los derechos de un colectivo que hace cinco años estaba totalmente invisibilizado: aquellos jóvenes que mueren por delitos callejeros y, de alguna manera, quedaban en el olvido.

-¿Hay también un mensaje político?

-No, en absoluto. Que quede claro que UJ no tiene ningún interés partidario. Sólo luchamos para darle algún sentido a la muerte de nuestros hijos, padres o hermanos. Y estoy convencida que a lo largo de estos cinco años salvamos vidas.

Cohen Agrest, luego, pronunció un discurso en el que destacó: “Los ciudadanos del siglo XXI continuamos sometidos a una convención jurídica creada en el siglo XIII y perfeccionada en los siglos XVII y XVIII, cuando se delegó el monopolio de la fuerza en el Estado. El derecho fue el instrumento para defender al acusado de las arbitrariedades del monarca. Hoy por hoy, en los países donde rige el estado de derecho, las más de las veces el monopolio de la fuerza debe ser usado, no para defender al individuo del Estado sino de otro individuo que tomó una ventaja para sí, quebrando la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley. Sin embargo, el juez debe impartir justicia a quien no sólo violó la norma. También hizo un daño, y cuando se trata de un homicidio o de un femicidio, un daño fácticamente irreparable”.

 

Luego agregó: “Sabemos que la transformación de la Justicia exige abandonar prejuicios irracionales y salir de la zona de confort en la que se opera anquilosadamente. Ante el fracaso de los tres poderes del Estado, terminemos con este experimento social, exijamos que el derecho penal heredado se ciña al principio de realidad en miras a una revolución copernicana donde el centro sea la víctima, la única que no pidió estar en el lugar adonde el sistema la empujó”.

 

Fuente: Clarín