Es el secreto mejor guardado de la costa. Quizás porque sus dueños no buscan publicidad ni levantar su perfil, sino todo lo contrario: pasar desapercibidos. El “Pueblo de mar Bahía de los Moros”, ubicado sobre las amplias playas del partido Lobería, es el barrio cerrado más exclusivo de la costa argentina. Su singularidad radica en un factor, que lo diferencia de todos los demás emprendimientos de la zona, y es que sus fundadores son extremadamente exquisitos a la hora de decidir a quién vender sus lotes. Por ahora, solo le dan el visto bueno a amigos y conocidos, manteniendo así un círculo cerrado y compacto de vecinos.
Poco se sabe sobre este barrio privado. Sus desarrolladores, que en la primera etapa pusieron a la venta 83 lotes, se mantienen alejados de la prensa. No conceden entrevistas. El ingreso al predio, sobre la ruta 88, está protegido de los turistas curiosos por una tranquera de madera con un tablero digital, donde los propietarios deben escribir un código secreto para poder entrar.
El desarrollo es obra del matrimonio de Fernando Mihanovich y María Victoria de las Carreras. Él, empresario; ella, decoradora, decidieron hace más de una década crear juntos un emprendimiento inmobiliario en su campo familiar, unas 600 hectáreas de dunas vírgenes, tierra arenosa, arbustos salvajes. Al paisaje privilegiado le agregaron, además, distintas comodidades, entre las que se destacan canchas de polo, tenis y fútbol, una pista de aterrizaje para aviones privados y un parador con restaurante. Desde los inicios el proyecto, el matrimonio fijó dos condiciones: la primera, la preservación del hábitat natural, y la segunda: la formación de una vecindad de amigos y conocidos.
Bahía de los Moros, el barrio cerrado donde todos se conocen
En Bahía de los Moros, todos se conocen. Esto se debe a que, para comprar un terreno, el interesado debe contar previamente con la aprobación de todos los miembros de la Junta Vecinal. En esa condición radica la exclusividad del predio, al que solo unos pocos acceden. “Es un proyecto ambicioso y enamorado del lugar. Que esto no lo sorprenda. Sucede que las mismas personas que lo emprenden son las que lo habitan”, aclaran los desarrolladores en su página web.
En este barrio cerrado, no se puede plantar cualquier árbol o planta, y los diseños y los materiales para la construcción de las propiedades están reguladas. A los terrenos, los fundadores eligen llamarlos “lugares” en vez de lotes ya que no están delimitados por ningún cerco ni alambrado. La idea detrás de todo esto es mantener las características naturales del predio. “Esta porción de pampa en una de las pocas zonas de la costa argentina que ha preservado su arena, sus médanos y hasta su identidad. No sufrió la depredación de las areneras, ni se convirtió en bosque, ni se pobló de edificios de verano”, se lee en su sitio web.
Según los planos publicados en la página oficial de barrio, por ahora hay menos de 50 construcciones, entre las cuales se destaca la propiedad del matrimonio fundador, ubicado sobre los médanos y en primer línea frente al mar. También ha construido allí el arquitecto e interiorista de famosos y de marcas de lujo Javier Iturrióz. Durante la temporada de verano, el chef Rodo Puente -sobrino del Gato Dumas- cocina para el resto de los vecinos, tanto en el parador como en la playa. Durante el año, también hace temporada en las playas de Bali y otros destinos extranjeros y nacionales.
La historia de Bahía de los Moros como desarrollo inmobiliario comenzó a escribirse a inicios del 2000, cuando Mihanovich y de las Carreras conocieron el lugar durante un paseo vacacional. Se enamoraron instantáneamente del paisaje y decidieron comprar unas 600 hectáreas. En sus inicios, el campo era solo para uso familiar, pero desde un principio existió la idea de hacer un loteo para amigos y conocidos, lo cual se concretó años después. Hace más de una década, cuando el perfil del proyecto era más alto de lo que es ahora, el matrimonio fundador presentó su iniciativa en la Feria Buenos Aires Turismo (Febat). “No tengo necesidad de vender”, le repitió Mihanovich en esa oportunidad a algunos de los interesados en sus terrenos.
El nombre que sus fundadores eligieron para el barrio privado remite a una leyenda sobre los inicios de la ocupación de este lugar. Según se cuenta, un jinete y un caballo moro descubrieron la bahía mientras se escapaban de los peligros de zonas aledañas. Juntos, el hombre y su animal fundaron allí, sobre la arena virgen, un pueblo costero. “Lo cierto y fascinante es que hoy usted la puede visitar así, casi igual a como la vio por última vez aquel pionero, todavía montado en un moro difícil de olvidar”, se lee en su sitio de internet.
Fuente: Archivo La Nación y página oficial de Bahía de Los Moros