El viaje lo empezaron a pergeñar en junio, cuando Maite, la mujer del Tano Norberto Cafiel leyó en un diario sobre Humberto Díaz, en nene de 13 años que vive en Chañar Punco, en la localidad de Santa María, Catamarca.

Hacía dos años, tuvo que dejar los cerros donde creció y mudarse al pueblo para poder asistir a la secundaria.

“A fines de setiembre Humberto va a tener luz en su casa junto a otros Humberto que aún no conozco” anunció El Tano había anunciado el Tano Cafiel y se puso en campaña para seguir llevando energía junto a su equipo de alumnos a las zonas más remotas de la Argentina.

Y así fue. “Misión cumplida” esgrimió con orgullo desde sus redes sociales, con una foto junto Maite y “sus Ñatos”, los jóvenes que lo acompañan en estas patriadas solidarias.

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“Humberto ya quedó con luz!! Millones de gracias a todos los q nos ayudaron de una manera u otra a q esto fuera posible” expresó.

Desde el mismo Chañar Punco, Maite recordó que “descubrí la nota que le hicieron a Humberto, bajo de los cerros en dónde vivía con su familia para poder terminar el secundario y estudiar profesor de matemática. Le dieron una habitación de adobe la cual no tenía luz y cuando oscurecía se tenía q acostar, los deberes los hacía en una casita que vive una hermana cerca de donde está él, nos contactamos y gracias a la ayuda de todos los que colaboraron pudimos cumplirle el sueño a él y cumplir mi sueño de ir a ayudarlo dándole luz con energía solar”.

“Es un nene muy tímido pero muy agradecido al igual que su hermana Juana y su mamá que estuvimos conversando mientras los chicos Facu, Felix y Tano realizaban la conexión” relató Maite, reconociendo que “No puedo expresar todo lo q sentí y siento después de haberle cambiado la vida a él y su familia”.

La historia de Humberto:

En los cerros, Humberto disfrutaba de la compañía de animales, como burros, caballos, vacas y cabras. La casa de piedra en la que vivían recibía luz gracias a un panel solar y el agua provenía del cerro. Aunque la vida era tranquila y el aire puro, Humberto anhelaba tener amigos y continuar sus estudios. La falta de alumnos llevó al cierre de la escuela primaria y secundaria en la zona, pero él deseaba seguir aprendiendo.

La mamá de Humberto, Alejandra Díaz, también vivió una infancia humilde en Aguas Calientes, donde solo había una escuela primaria y ella solo pudo cursar hasta 6to grado. Sin saber leer ni escribir, comprende la importancia de la educación para su hijo y apoya firmemente su sueño de ser el primero en la familia en obtener un título.

Humberto tiene cinco hermanos mayores, quienes abandonaron la secundaria por diversas razones y solo logran encontrar empleos precarios. Juana, una de sus hermanas, recuerda lo complicado que era vivir en los cerros y caminar largas distancias para ir a la escuela. Quedó embarazada a los 15 años y tuvo que abandonar sus estudios.

Aunque le hubiera gustado continuar, las dificultades económicas y la falta de trabajo sin educación dificultan su regreso a la escuela. Santiago., otro de sus hermanos que asegura que ahora solo consigue trabajos precarios.

La educación de Humberto se ha convertido en una prioridad para toda la familia, quienes sueñan con que sea el primero en obtener un título. Además del apoyo familiar, Minkai, una asociación civil, brinda acompañamiento a jóvenes de zonas rurales como Humberto para que puedan completar la secundaria y, si así lo desean, continuar sus estudios.

El objetivo de Minkai es ayudar a estos jóvenes a descubrir sus sueños y convertirlos en realidad. Humberto se acomoda junto a Juana y Santiago en la vieja casa de adobe que no tiene ni luz, ni agua, ni baño ni cocina. Solo sirve para dormir. El resto lo hacen en la casa de su mamá, por turnos. “Cuando se va el sol, me voy a dormir. Hace mucho frío en invierno pero me pongo muchas frazadas”, cuenta sobre lo difícil que es no tener una vivienda digna.