Sobre la avenida 2, entre calle 67 y hasta la 63, existe desde hace muchos años un médano que se sigue cayendo.

Si bien en la última sesión el Concejo Deliberante se aprobó que ese sector sea de única mano, lo cierto es que prácticamente no se puede transitar.

Para ser claros, la única forma de sortear esa masa de arena, en un vehículo estándar, es circular en segunda y sin aflojar, a no ser que uno cuente con un rodado 4×4.

Como se ve en las imágenes, hasta la semana pasada, que fue doble mano, los autos debían esperar que pase el que viene de frente para seguir su trayecto. Lo ciclistas directamente deben hacerlo de a pie.

Desde hace mucho tiempo no pasan las máquinas  para despejan un poco la calle, cuando lo hicieron esto duro poco y nada porque a la primera sudestada el viento vuelve a hacer lo suyo y el médano vivo vuelve descalzarse.

A pocos metros, una vez que se pasa la 63 camino a la escollera sur, el paisaje cambia de golpe y parece que se ingresara a otra ciudad.

Ahí comienza el Sendero Saludable, en tierras que son jurisdicción del Consorcio de Puerto Quequén. Perfectamente señalizado, limpio, prolijo y con reductores de velocidad, el trayecto hasta la colonia de lobos se vuelve una delicia.

Pareciera que la solución a esta problemática de la duna que cae no es tan complicada. Se trata de fijar la misma con las llamadas plantas Uña de Gatos o Tamariscos para que la arena no se corra de su sitio pese a los vientos costeros.

Este trabajo se hizo en el año 1973. Fue por una iniciativa de la Central Termoeléctrica ante el temor que la arena termine afectando su estructura.

Lo cierto es que, luego de eso, ningún gobierno municipal ideó o puso en marcha una solución definitiva para esa duna que sólo deleita a los más pequeños que se tiran rodando y terminan sobre la calle con el riesgo que eso conlleva.

Un poco de plantas, un tiempo de cuidado y demarcación para que crezcan y el problema estaría resuelto. No habría más quejas de vecinos, complicaciones para los turistas que no conocen el camino, ni autos encajados.

Una solución simple y sin demasiada inversión que lograría que uno de los paseos más bonitos de la ciudad vuelva a ser digno de ser transitado.