En una temporada musical signada por grandes producciones internacionales y localidades agotadas, Ciro y Los Persas se puso a la altura de las circunstancias al protagonizar anoche un concierto en el estadio de Vélez Sarsfield en el que ratificó su gran poder de convocatoria y para el que se valió de una impactante puesta en escena.

Fue un lujoso show en el que Andrés Ciro Martínez mostró que sigue siendo uno de los más grandes frontman del rock local y que es dueño de un catálogo plagado de clásicos, a los que esta vez atavió con llamativas gráficas y elaboradas sonoridades.

Casi una treintena de temas -por supuesto que un buen porcentaje de ellos pertenecientes a Los Piojos- a lo largo de unas tres horas y frente a una gozosa audiencia conformada por alrededor de 40 mil personas constituyeron una noche consagratoria para el carismático artista.

Es que si bien ya acumula cinco estadios con este proyecto solista, la de la noche de este sábado destaca por haber llevado su propuesta artista un paso más allá con la presencia especial de una orquesta sinfónica en un pasaje del concierto.

Fue cuando mostró en vivo parte del material de “Sueños (un viaje en el tiempo)”, el disco lanzado este año registrado en este formato, que combina nuevas composiciones y nuevas lecturas de grandes éxitos; el cual será presentado formalmente el 21 y 22 de diciembre en el Luna Park, según se anunció en ese momento.

A esto se sumó una cuerda de percusión a cargo del grupo La Chilinga, que supo aportar en la amalgama entre Los Persas y la orquesta sinfónica, pero también apareció luego en un rol protagónico cuando hubo que evocar sonidos del Río del Plata.

De esta manera, el show contrastó los reconocidos pasajes celebratorios, de tintes casi futboleros, que caracterizan a Ciro y Los Persas, con la comentada simbiosis sinfónica que le confirió un tono de mayor solemnidad, aunque sin alterar su costado más visceral.

La jornada fue tomando color desde temprano, a medida que el campo se iba poblando mientras Manu Martínez y El Plan de la Mariposa, respectivamente, brindaban sus shows de apertura. Las banderas y los cánticos de tono futbolero del público, como un ritual sobreviviente de los años `90, parecían llevar las cosas por carriles previsibles.

Cuando Ciro irrumpió en escena con casi una hora de retraso respecto a lo anunciado con una seguidilla que incluyó “Barón rojo”, “Hoy es hoy”, “Banda de garaje” y “Civilización”, la sensación de que no habría mayores sorpresas y todo se basaría en la energía generada en el intercambio entre artista y público parecían confirmarse.

Pero no pasó mucho tiempo hasta que “Vas a bailar” provocara una primera emoción, “Juira” pateara el tablero a fuerza de un encendido espíritu funk y “Tan solo”, como si hiciera falta, renovara el pacto de Ciro con el público.

Para el cierre, el guiño futbolero que nace desde el público y que Ciro replica en distintas formas encontraron su síntesis perfecta en la interpretación en armónica del Himno Nacional Argentino, el mismo que en menos de un mes tronará en los estadios de Qatar, tanto cuando juegue la selección argentina, como cuando el propio artista brinde un concierto especial allí, el 27 de noviembre, para los locales que estén alentando a la “albiceleste”.

Al fin y al cabo, los estadios masivos, el fútbol, el rock y las orquestas sinfónicas son parte de un mismo universo si Ciro aparece como gran factor unificador.