Fernando Beretta, de 65 años, se entregó a la policía en la sede de la DDI Necochea, en la mañana de este martes, al día siguiente de haber sido condenado a cinco años de prisión, por ser hallado responsable de la muerte de Ana María Rivero. La mujer murió días después de haber sido atropellada por un vehículo que conducía Beretta, cuando a bordo de una moto, acompañada por uno de sus hijos, Nicolás D’Annunzio, aguardaba que el semáforo la habilitar para reanudar su marcha.
Beretta se entregó voluntariamente en la DDI acompañado por Gustavo Raggio, quien junto a su hermano Adolfo, ejerció la defensa del ahora condenado en el juicio oral y público llevado adelante por el Juzgado Correccional a cargo del Dr. Ernesto Juliano.
Tras haber tomado conocimiento de la condena, Beretta compartió sus últimos momentos en libertad junto a su familia y acordó con sus abogados defensores su decisión de entregarse voluntariamente ante la policía, lo que concretó en la mañana de este martes.
Además de haber sido condenado a cinco años de prisión de cumplimiento efectivo, Beretta fue inhabilitado para conducir vehículos por diez años.
El accidente que terminó con la vida de la mujer se produjo en horas de la tarde del 6 de junio del año 2020 en Diagonal San Martín y Avenida 59. Beretta conducía un Volkswagen Voyage en dirección a la villa balnearia con el que embistió la motocicleta ocupada por las víctimas, la que en la mano contraria aguardaba que el semáforo los habilitara para continuar su marcha por 59.
Producto del fuerte impacto la mujer sufrió graves heridas y falleció en los días posteriores cuando se hallaba internada en el Hospital Municipal.
La resolución se dio a conocer de manera virtual pasado el mediodía de este lunes por parte del titular del Juzgado Correccional, Ernesto Juliano y fue seguida por el resto de las partes y el imputado.
Según Juliano, la colisión fue causada por el accionar “desaprensivo, imprudente, negligente y temerario de Beretta”
La condena es un año inferior a la solicitada por el fiscal Guillermo Sabatini pero coincide, como lo solicitó la parte acusadora, con la inmediata detención del conductor.
El exceso de velocidad por parte de Beretta se dio por probado en base al testimonio de los testigos. El juez consideró que en ese momento se desplazaba a “mucho más de 91 kilómetros por hora”. Y sostuvo que el imputado se encontraba alcoholizado. Esto quedó corroborado y complementado por lo manifestado por la totalidad de los testigos que ese día estuvieron cerca de Beretta.
El juez avaló la pericia de extracción sanguínea que determinó 1.45 de alcohol en sangre, al tiempo que rechazo los planteos formulados por los abogados defensores, Gustavo y Adolfo Raggio.