Hace 90 años, más de 6000 personas acompañaban desde la casa comunal,  al comisionado municipal, señor Martínez Sosa a las inmediaciones donde quedaría inaugurado el Puente Colgante.

Poco después de las 8.40 arribó a la estación ferroviaria local el tren en el cual llegaban las autoridades nacionales y provinciales que asistían a la inauguración de la obra. El doctor Cantilo fue cálidamente recibido por la población y junto a él llegaron el vicegobernador de la provincia, doctor Victoriano de Ortúzar; el ministro de Obras Públicas y delegado del Poder Ejecutivo provincial, ingeniero Ernesto Boatti; el subsecretario de esa cartera, ingeniero Zuleta; varios diputados nacionales, entre ellos el doctor Leopoldo Bard; y una numerosa comitiva de legisladores y funcionarios.

Tras otros actos y visitas, se procedió, a las 15.30 de ese 21 de julio, a la inauguración del Puente Colgante. Cuentan que el primer vehículo que cruzó el gigante de acero fue un desvencijado camioncito con 25 bolsas en su caja. Esto no ocurrió el día de la inauguración sino unos meses antes, cuando el puente fue habilitado para el tránsito.

Esta obra de ingeniería única en el país por su estructura y característica es una de las pocas que quedan en pie, y contemplarlo es una verdadera maravilla, teniendo en cuenta el gran despliegue que debió realizarse al momento de su construcción.

El “Colgante” está ubicado en la Avenida Jesuita Cardiel y calle 46, del lado de Necochea, y en la Avenida Benedicto Campos y calle 519 del lado de Quequén.

Esta estructura icónica de nuestro representa un fuerte vínculo de unión entre los vecinos de Necochea y Quequén, además de ser el único monumento de la zona declarado Patrimonio Nacional.

El puente tiene un largo total de 270 metros y un vano central de 150 metros de luz, así como otros dos vanos laterales de 60 metros. La estructura está suspendida por 32 cables que la sujetan desde dos grandes pórticos metálicos de 25,7 metros de alto, apoyados sobre 4 ejes.

Su estructura metálica consiste en un tablero suspendido de 32 cables, cada uno de ellos compuesto de 169 alambres de acero dispuestos en capas concéntricas. Los cables se anclan en dos macizos de hormigón que al mismo tiempo sirven de estribos al puente y de apoyo a la viga de rigidez.

Inicialmente poseía una calzada de seis metros y dos veredas de un metro cada una que tras una restauración fue modificada. Se quitaron las veredas y se montaron pasarelas metálicas sobre sus costados exteriores.

La provisión de material metálico y armamento de obra estuvo a cargo de la compañía francesa «Chantier et Atelier, de la Gironde». La estructura metálica fue construida en las Usinas de la Compañía en Francia, fue fabricada en secciones del mayor tamaño posible, compatibles con las exigencias de embarque y transporte. Todo el material se cargó en Cherburgo, a bordo de los barcos nacionales «Pampa» y «Bahía Blanca», siendo desembarcados en el Puerto Quequén y llevados hasta la obra por esas embarcaciones, remolcadas 5 kilómetros río arriba.

El puente fue reinaugurado el 17 de febrero de 2006, luego de una importante reconstrucción llevada a cabo por la provincia de Buenos Aires.

Las cabeceras de la estructura, fueron pintadas a nuevo. Además, reparquizaron los caminos, renovaron las veredas, y se iluminó y señalizó el entorno. Actualmente el tránsito sobre el puente está reducido a autos, motos, bicicletas y peatones, quedando prohibida la circulación de cualquier tipo de tránsito. Esto es porque al tratarse de un puente de considerable antigüedad, en su momento no fue preparado para el tránsito pesado de hoy en día.