El emblemático Puente Colgante cumple hoy 91 años y, desde su inauguración, el día 21 de julio de 1929 es motivo de orgullo para todos los necochenses y quequenenses ya que en ese momento solo existían 4 de su tipo en todo el mundo, uno sobre el Río Rhin, frente a Colonia, y tres sobre el Río Allegheny, en Pittsburgh.

Esta obra de ingeniería única en el país por su estructura y característica es una de las pocas que quedan en pie, y contemplarlo es una verdadera maravilla, teniendo en cuenta el gran despliegue que debió realizarse al momento de su construcción.

Su estructura metálica consiste en un tablero suspendido de 32 cables, cada uno de ellos compuesto de 169 alambres de acero dispuestos en capas concéntricas, arrolladas alternativamente a la derecha e izquierda con ángulo de calaje. Los cables se anclan en dos macizos de hormigón que al mismo tiempo sirven de estribos al puente y de apoyo a la viga de rigidez.

El tablero es indeformable por la presencia de dos vigas continuas de rigidez solidarias con los cables que salvan la luz total de 270 m en tres tramos, uno central de 150 m, y dos laterales de 60 m, cada uno. Las vigas están separadas axialmente de 8.80 metros, cada una en correspondencia con un grupo de 16 cables, colocados en el mismo plano vertical. Esta distribución deja libre una calzada de seis metros y dos veredas de un metro cada una. Las vigas son de alturas constantes de 2.50 m, salvo en los pilares donde tienen 2.75 m.

Los cables se asientan sobre la cabeza de los pórticos metálicos, de 25.70 m de altura, articulados inferiormente en forma de eliminar los esfuerzos secundarios.

Todo el peso permanente se transmite a los cables por medio de péndolas espaciadas de 5 m, provistas de dispositivos que permiten alargarlas y acortarlas.

Terminando el puente, los cables toman la forma de un funicular, envolvente de una parábola, que el tramo central tiene una flecha de 16.16 m y en los laterales 2.65 m.

La provisión de material metálico y armamento de obra estuvo a cargo de la compañía francesa “Chantier et Atelier, de la Gironde”. La estructura metálica fue construida en las Usinas de la Compañía en Francia, fue fabricada en secciones del mayor tamaño posible, compatibles con las exigencias de embarque y transporte. Todo el material se cargó en Cherburgo, a bordo de los barcos nacionales “Pampa” y “Bahía Blanca”, siendo desembarcados en el Puerto de Quequén y llevados hasta la obra por esas embarcaciones, remolcadas 5 kilómetros río arriba.

Una fiesta

La ciudad amaneció con el espíritu de los grandes días festivos. Más de 6.000 personas se agruparon en inmediaciones del sector donde estaba emplazado el puente. Desde la casa comunal, una crecida comitiva y una multitud impresionante acompañó al comisionado municipal, señor Martínez Sosa. Poco después de las 8.40 arribó a la estación ferroviaria local el tren en el cual llegaban las autoridades nacionales y provinciales que asistían a la inauguración de la obra. El doctor Cantilo fue cálidamente recibido por la población y junto a él llegaron el vicegobernador de la provincia, doctor Victoriano de Ortúzar; el ministro de Obras Públicas y delegado del Poder Ejecutivo provincial, ingeniero Ernesto Boatti; el subsecretario de esa cartera, ingeniero Zuleta; varios diputados nacionales, entre ellos el doctor Leopoldo Bard; y una numerosa comitiva de legisladores y funcionarios. Tras otros actos y visitas, se procedió, a las 15.30 de ese 21 de julio, a la inauguración del Puente Colgante. Hablaron en la oportunidad el intendente de Lobería, doctor Néstor Mercader. Por la comisión “Pro Inauguración del Puente” habló el señor Soldevila y luego el doctor Cantilo. Finalmente, lo hizo el ministro de Obras Públicas, ingeniero Boatti, declarando inaugurado el puente. Cuentan que el primer vehículo que cruzó el gigante de acero fue un desvencijado camioncito con 25 bolsas en su caja. Esto no ocurrió el día de la inauguración sino unos meses antes, cuando el puente fue habilitado para el tránsito. Desde entonces, el Puente Colgante se ha transformado en parte del paisaje de Necochea y Quequén.Esta gran obra arquitectónica se ha fundido con la naturaleza e identifica tanto a las dos ciudades como las playas y el río.