El hallazgo fue publicado en Facebook por el periodista Alejandro Rilo. Allí se puede apreciar un afiche de 1902 con la imagen del hotel Quequén y la construcción de lo que hoy es la capilla Stella Maris, sobre la calle 502.

Afiche promocional de 1902

La oferta rezaba el siguiente texto:

“Es la playa más segura donde, sin bañista, pueden bañarse los niños. Paraje sano y en externo pintoresco. El hotel, bajo hábil dirección del señor Cano, tiene capacidad para 300 personas, alojadas con confort, en amplios departamentos con vistas al mar.

En el hotel hay caballos y coches a disposición de los pasajeros, para hacer giras campestres. En el mismo hotel hay estación telegráfica.

Se han efectuado en el establecimiento grandes obras que le han colocado a la altura de los primeros balnearios. Comarca floreciente, debido a los esfuerzos progresistas del hacendado Don Manuel Guerrico, el QUEQUÉN ofrece ya un núcleo de población veraniega muy importante, pues a los antiguos chalets se le han añadido los que en la actualidad están construyendo, entre otros, el doctor Carballido y el señor Echagüe, verdaderas mansiones dignas de Biarritz.

Ente las numerosas personas conocidas (frecuentan todos los años esta playa) cuentasé al señor Emilio Mire, director de La Nación; Carlos Becú, Ramón Santamarina, General Capdevilla, Bernardo Irruaspe, doctor Antonio Bermejo, doctor Wenceslao Escalante, doctor Felipe Yofre, doctor Santiago O’ Furrell, doctor Dardo Rocha, doctor Navarro Lamarca, señor Grandmontagne,  señor Juan B. Medici, doctor Juan Carballido, doctor Carlos Salas, doctor Ezequiel Ramos Mejía, doctor Ángel Estrada, señor Ramón Cárcano, señor Juan F. Sarhy, canóg. Mons Dupart, etc.

El afiche aclara más abajo: “No confundir con Necochea. Tomen boleto para Quequén” y lo firma José Cano, gerente del balneario Quequén, en esas épocas donde se ve que contábamos con dos estaciones de trenes.

Sin duda un hallazgo digno de guardar, sobre todo teniendo en cuenta en estos tiempos, donde todo transcurre en reeles o posteos efímeros y, donde además, se puede corroborar eso que nos han contado tantas veces: Quequén era un balneario de élite.