La pretendida bancarización por parte del sistema financiero, destinada a agilizar operaciones además de su blanqueo, en la práctica, suele verse afectada por deficiencias de la infraestructura de las propias entidades bancarias.
Una de estas deficiencias es la escasez de billetes en los cajeros automáticos de los bancos, lo cual hace que los fines de semana, en forma reiterada, los usuarios suelen encontrarse con la desagradable sorpresa de no poder retirar dinero en efectivo.
Claro que para ello contribuye el hecho de que se abastezca a los cajeros automáticos con billetes que, al calor del proceso inflacionario, resulten hoy de un valor mucho más escaso al que tenían tiempo atrás.
La depreciación de la moneda argentina hace que los cajeros automáticos, al ser abastecidos, estén repletos de billetes pero no tengan demasiado dinero. Al contarse con mayoría de billetes de 100 pesos, con un número no demasiado importantes de extracciones los papeles se agotan con rapidez.
A este inconveniente se suma el hecho de que, en muchas oportunidades, no todos los cajeros están en funcionamiento, sino sólo uno de ellos. Obviamente, el mismo queda desabastecido rápidamente y si ocurre un fin de semana, cuando no se repone dinero, los usuarios se quedan con las ganas de hacer retiros, con sus bolsillos vacíos.
Es verdad que en la actualidad está muy extendido ( y cada vez más) el uso de tarjeta de débito, con la cual se pueden hacer compras en los comercios de los más variados rubros y hasta en almacenes de barrio. Pero a partir de determinados montos: sigue siendo una necesidad aún contar con dinero en efectivo para afrontar gastos menores y hacer pago de servicios que no se debitan.
En una circunstancia muy especial que atraviesa la humanidad, con una pandemia que la azota con mayor o menor intensidad, las personas necesitan que se les facilite el acceso a operaciones comerciales o financieras, lejos de hacerle más difícil la situación, como suele suceder.
En este contexto, suelen ser las personas de mayor edad las más afectadas, que concurren a retirar dinero, sobre todo a entidades estatales, tratándose de jubilados.
Sería conveniente que el conjunto de entidades financieras pongan énfasis en la atención al cliente, facilitándole el acceso a sus instrumentos para hacer operaciones, teniendo en cuenta, además, que perciben de ellos un pago por el servicio prestado, independientemente de las sumas que se depositen o extraigan.
El pleno funcionamiento de la totalidad de los cajeros y el abastecimiento de billetes a los mismos contribuiría a evitar que se formen filas de personas en torno a los mismos, en las veredas de los bancos, expuestos a las inclemencias del tiempo.