La carga tributaria, el costo de capital, la dolarización de costos , un proceso devaluatorio que generó inflación de costos y tasas “hiper altas” son los principales problemas que enfrenta la industria.
La industria es uno de los sectores más golpeados en los últimos cuatro años: una caída de la actividad cercana al 9% en ese período, traducida en despidos, cierres de fábricas y capacidad instalada en niveles bajísimos son la fotografía de este tiempo.
Los industriales argumentan que ahora “estamos claramente peor” que durante el kirchnerismo, pero observan un cambio de tendencia para los próximos meses.
Para el director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA) Diego Coatz, la gestión de Mauricio Macri “no ha sido buena para la industria, que cayó 8,5% en los últimos cuatro años, más que el nivel general de la economía”.
El economista explicó a la agencia NA que “hasta el comienzo de la crisis cambiaria de abril de 2018, hubo una tendencia general de mejora, aunque lenta y muy heterogénea entre los sectores. Desde entonces, la caída ha sido más pronunciada y generalizada”.
Coatz alertó que “desde hace muchas décadas” la Argentina no tiene una política industrial.
“La política industrial no depende de un gobierno, de un presidente o de un ministro, sino de un acuerdo general que involucre a todos los actores en un proyecto de desarrollo productivo: una política de Estado”, enfatizó.
A su criterio, entre el gobierno anterior y el actual hay diferencias de énfasis en la política económica, y eso impacta en la industria.
“Uno, un modelo más orientado al mercado interno y consumo; el otro, al mercado de exportación. Para orientarte más al mercado externo hacen falta condiciones diferentes (menor costo del capital a través de las tasas y el crédito), un marco tributario que fomente la agregación de valor y política tecnológica, por mencionar algunos. Estos temas están pendientes”, evaluó.
La industria, antes de Macri
En un libro publicado en 2015 por Coatz y otros autores (Benardo Kosacoff y Fernando Grasso) se planteó que, tras la salida de la Convertibilidad, hubo tres etapas para la industria: la de reindustrialización y generación de empleo, de mediados de 2002 a 2007; la de crisis internacional, caída y recuperación de la industria nacional, de 2007 a mediados de 2011 y la que comenzó desde ese momento hasta los meses finales de Cristina Kirchner en la Casa Rosada.
Para esos economistas, la industria creció y hubo una recomposición acelerada de los ingresos, se recuperaron los instrumentos de política económica y se fortaleció la demanda interna, la inversión y la productividad.
Ya a partir de 2007, aparecieron pujas en la distribución del ingreso; necesidades de financiamiento, de energía e infraestructura; crecimiento de la inflación y de la demanda de dólares para importar y para atesorar.
Este panorama “puso de manifiesto las limitaciones de una matriz productiva que había experimentado pocos cambios estructurales”, advirtieron.
Luego, al estallar una crisis internacional en septiembre de 2007, “el Gobierno implementó políticas activas que dieron lugar a una rápida recuperación y a una nueva expansión industrial entre 2010 y 2011”, según los autores.
Al dialogar con NA, Coatz señaló también que la UIA cree “en un proyecto de desarrollo con foco fuerte en lo industrial y productivo, que tiene que cerrar esa brecha: el mercado interno es una plataforma para las exportaciones”.
Para el economista, sin política industrial, la recuperación del aparato productivo “depende mucho del desempeño general de la economía y de cómo les vaya a nuestros principales socios comerciales y sobre todo a Brasil, destino de la mayor parte de nuestras exportaciones industriales”.
“Si la situación cambiaria se estabiliza, deberíamos estar en este trimestre tocando un piso y empezar a mejorar muy lentamente en la segunda mitad del año. Pero no esperamos una recuperación fuerte en lo inmediato”, estimó.
Y propuso un debate sobre qué modelo de desarrollo quiere adoptar el país, y cómo se va a insertar “en un mundo donde la industria vuelve a estar en el centro de la economía y de la disputa global por la agregación de valor y la generación de empleo”.
“Esperemos que la campaña electoral tenga espacios propicios para dar esa discusión y para empezar a construir acuerdos interpartidarios e intersectoriales”, se esperanzó.
Estadísticas
Según el último informe de la UIA, en abril continuó la tendencia contractiva en la actividad industrial, al caer 8,6% interanual, acumulando una contracción de 9,0% en los primeros cuatro meses del año.
En abril, según la central fabril, todos los rubros industriales presentaron caídas interanuales en sus niveles de producción: entre los más afectados se encuentran el automotriz (-33,9%) y la industria textil (-17,9%).
En comparación con doce meses atrás, la actividad manufacturera perdió 68.994 puestos de trabajo.
También ese mes, y de acuerdo con estadísticas elaboradas por el INDEC, la utilización de la capacidad instalada en la industria alcanzó al 61,6%.
El panorama negativo se observa también en las pymes industriales: la producción de este tipo de empresas cayó 6,5% en mayo frente a igual mes del año pasado, y 3,7% cuando se la compara con abril, indicó recientemente la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
Para otra entidad que agrupa a pymes industriales, IPA, más de 3 mil empresas de ese sector cerraron o bien comenzaron a trabajar en la informalidad durante los últimos cinco años, situación que provocó la pérdida de 128 mil puestos de trabajo.
Según los cálculos de esa entidad, los últimos doce meses fueron particularmente crudos: cerca de 1.500 pymes quebraron o redujeron su plantilla de trabajadores.
Textiles, entre los más afectados
“Claramente, estamos mucho peor ahora que durante los años del kirchnerismo, porque tenemos en el país una política que no resuelve los problemas estructurales de la no competitividad sistémica”, comentó a NA el economista Ariel Schale, director ejecutivo de la Fundación ProTejer.
El directivo estimó que la actividad fabril cayó 27% en 2018 con relación a 2015 y aseguró que esa dinámica no se revirtió en lo que va de 2019: “la destrucción de la industria continúa, con una retracción del nivel de demanda no conocida”, alertó.
A su criterio, los problemas que enfrenta la industria son la carga tributaria, el costo de capital, la dolarización de costos -básicamente en logística-, un proceso devaluatorio que generó inflación de costos y tasas “hiper altas”.
En este marco, Schale explicó que la industria textil se mueve en el contexto general de la industria nacional, compuesta por 24 sectores: “ninguno de ellos tiene hoy un nivel de actividad como la que tenía en 2015. Todos están por debajo”, advirtió.
“Todos los sectores están en el hospital: algunos en terapia intensiva, otros en terapia intermedia y otros en la guardia”, ejemplificó.
Y comentó, además, que la retracción “es producto de la pérdida de poder adquisitivo y la consiguiente recomposición de la estructura de gastos de los hogares. Estamos hablando de una destrucción del ingreso”.
“Tenemos también una destrucción de empleo notable, que ha actuado como variable de ajuste de las empresas, que optaron por ese camino para no cerrar líneas de producción”, añadió.
Según cálculos de ProTejer, la industria textil perdió wl 40% de puestos laborales en los últimos tres años, y funciona hoy con menos del 50% de su capacidad instalada.
A pesar de este panorama desolador para la producción manufacturera local, Schale es optimista: “vemos un escenario de recuperación para los próximos meses, aunque muy parcial, con base en la recuperación de los salarios y la estabilidad del tipo de cambio. Esas dos variables van a mantener conecA213 r ftado un respirador artificial a la economía”, subrayó.
“La industria es el sector más vital para la generación de actividad económica”, enfatizó el economista.
por Gerardo Choren