La culpa por supuesto no es de los niños, pero se siguen viendo un mal uso de los juegos accesibles y universales, tanto en la plaza del centro como en que están en al parque Miguel Lillo, donde cada tarde numerosas familias llevan a los pequeños para recrearse.

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El problema es que, evidentemente no se les ha enseñado el fin que tienen estos juegos y suben de a montones a hamacarse pudiendo producir accidentes, además de no cumplir con el fin para el que fueron creados.

Estos espacios fueron pensados para que sean accesible y aprovechado por niños y niñas con alguna discapacidad o dificultad motora, para lo que se instalaron cuatro módulos que son exclusivos para personas que se trasladan en silla de ruedas u otro dispositivo similar.

Semanas atrás, Camila Bianchi del área de Discapacidad, ya había advertido sobre esta situación señalando que es una necesidad concientizar a los usuarios, desde las edades más tempranas, sobre el uso de estos juegos. “Son exclusivos para la utilización de chicos y chicas en sillas de ruedas”, remarcó.

Cada uno de los entretenimientos tienen una función específica. Así, los que están especialmente diseñados para personas con discapacidad llevan un cartel indicador que, claramente, señalan su destino.

“No es cuestión de no utilizarlos, sino de pensar en la peligrosidad de su mal uso y de su cuidado”, sintetizó la funcionaria, porque “si bien uno habla de la universalidad, hay juegos que está diseñados para chicos y chicas con sillas de ruedas y que son peligrosos para otras personas”.

“Como adultos tenemos que cuidar y respetar estos espacios, enseñando a los menores sobre su finalidad”, finalizó la coordinadora municipal, llamando a la concientización para que esta plaza integradora pueda perdurar en el tiempo y sea disfrutada por toda la población.