La nave fue enviada al teatro de operaciones en abril de 1982. Equipada con armamento policial, protagonizó el único derribo de un avión inglés desde una embarcación argentina
A 37 años de finalizada la guerra de Malvinas, son muchas las crónicas que dan cuenta de distintos sucesos que tuvieron como protagonistas a personal no militar. Las hazañas de los marinos mercantes y de los pilotos civiles son innumerables.
También lo son los actos llevados adelante por personal de la Prefectura Naval Argentina, que con poder de fuego reducido y personal entrenado para la tarea policial, inscribió algunas páginas memorables en la historia de la contienda bélica entre Argentina e Inglaterra, una de las potencias navales más grandes del mundo.
El Guardacostas 83 Río Iguazú
Esta pequeña embarcación, de 27,6 metros de eslora (largo) 5,3 metros de manga (ancho), con un desplazamiento de 65 toneladas y una autonomía de hasta 1200 millas navegando a 12 nudos, fue destinada – junto al guardacostas Islas Malvinasen abril de 1982, a consolidar la presencia de la Prefectura Naval Argentina en el territorio recuperado en su carácter de autoridad marítima nacional. El destino tendría reservado para sus tripulantes una realidad bastante diferente.
Infobae fue recibido en el edificio Guardacostas, sede central de la Prefectura, por el Prefecto Mayor VGM Eduardo Olmedo, quien fuera comandante (hasta 1985 así se denominaba a los capitanes de buques guardacostas) de la emblemática embarcación. Lo acompañaban los ayudantes mayores y también veteranos de guerra Juan Baccaro y José Ibañez, dos de los máximos héroes de la bicentenaria institución policial.
“Yo era jefe de operaciones de la división patrullaje de la institución. Cuando llega la orden de alistar dos naves para desplazarnos a Puerto Argentino, se me designa por ser el oficial de mayor jerarquía en el sector, como comandante del Río Iguazú, mientras quien ejercía ese cargo pasó a ser mi primer oficial, dado que era más ‘moderno’”, recuerda Olmedo. Aquello ocurrió el 3 de abril de 1982.
“La misión que se nos asignó fue precisamente llegar a Malvinas para sentar las bases en las islas de lo que se dio en llamar la subprefectura Puerto Argentino. Una vez en el lugar se efectivizaría el rol institucional de Autoridad Marítima y se establecerían los limites reglamentarios de control policial en el mar”, agrega.
Los tres hombres entrevistados por Infobae tienen en común mucho más que el sentido de pertenencia a una institución: se alternan en el relato de los sucesos que protagonizaron, sin solución de continuidad, demostrando que lo que vivieron en aquellos días los unió para siempre.
El Prefecto Mayor VGM Eduardo Olmedo (centro) y los Ayudantes Mayores, también veteranos de guerra, Juan Baccaro (izquierda) y José Ibañez (derecha)
“Tenía 32 años en abril de 1982, el 27 de ese mes cumplí los 33”, señala el ayudante mayor Baccaro y agrega: “Era el contramaestre del guardacostas, el suboficial más antiguo de todos los que estaban en Malvinas.
Mi función era velar porque el barco funcionara a la perfección en todo sentido, ser el hombre de apoyo del capitán y hacer lo posible para que la tripulación tuviera todo lo necesario“.
-Estando en ese contacto con la tropa, ¿cómo tomó el personal la movilización hacia las islas?
-Todos lo tomaron con mucho entusiasmo. Es de destacar que fue muy importante que quienes eran nuestros superiores se comportaron como pares y constituimos un verdadero equipo de trabajo. Fue gracias a ese espíritu de equipo que pudimos cumplir la tarea que se nos encomendó.
El ayudante mayor José Raúl Ibañez, por su parte, resume los hechos que protagonizó y que lo transformarían en el único marino que logró, desde la cubierta de un buque, derribar a uno de los aviones más sofisticados del momento, los temibles Sea Harrier.
Los hechos
En la mañana del 22 de mayo de 1982, hace 37 años, el guardacostas Río Iguazú navegaba desde Puerto Argentino hasta Puerto Darwin. Su misión en ese momento no era policial sino netamente de apoyo logístico a las fuerzas en operaciones. En esa ocasión , la embarcación transportaba a una veintena de hombres del Ejército junto a un par de obuses de 105 mm.
En esas circunstancias fueron duramente atacados por dos aviones Sea Harrier de la Royal Air Force. Aquel intenso fuego enemigo no solo determinó severos daños en el casco del guardacostas sino que además hirió mortalmente al cabo Julio Omar Benítez, quien operaba una de las ametralladoras con que contaba la unidad. También fruto del fuego aéreo resultaron gravemente heridos el contramaestre Baccaro y el cabo segundo Carlos Bengoechea.
En el mismo momento, Ibañez intentaba controlar sin éxito una descomunal entrada de agua en la sala de máquinas producto de las perforaciones que la munición británica había producido en el casco.
-Le aviso por intercomunicador al comandante Olmedo que nada podía hacer. Me responde que abandone la sala de máquinas, que el buque se hundía. Cuando salgo a cubierta, veo a mi compañero Benítez mortalmente herido en su puesto de combate, mientras que Baccaro muy herido, me grita: “Hacelos mierda”.
Lo saco a Benítez de su puesto, tomo la ametralladora y hago un barrido (una cortina de fuego), le pego a uno de los Harrier y veo que le empieza a salir mucho humo negro– recuerda Ibañez 37 años después de aquel episodio.
-¿Tenía mucha experiencia en el manejo de ese tipo de armamento?
-No, ¡se equivoca! Sólo tuve un entrenamiento muy ligero en el tema. Además era un cabo maquinista recién ascendido. Siempre veía cómo mi compañero Benítez hacía el mantenimiento del armamento. Pero yo no lo operaba- responde enfático.
Mientras relata su intervención, simula con sus manos el despliegue de los Harrier sobre la diminuta embarcación. “Se largaban así en picada”, grafica.
A su lado, Olmedo certifica que aquella valerosa acción constituye el único derribo de una aeronave desde una embarcación: “Yo no podía ver lo que pasaba porque toda la escena se desarrolla en popa y estando en el puente de mando mi visual era hacia proa. Pero está acreditado que Ibañez se encuentra con una escena dantesca, con el tirador muerto en su puesto, y su ayudante desangrándose en cubierta”
-¿Supo quien era el piloto inglés que abatieron y que suerte corrió?
-Según lo que se ha investigado era un capitán de apellido Batt. Si bien Inglaterra nunca reconoció este derribo, tiempo después del ataque emitió un comunicado informando que Batt había tenido un despiste al aterrizar en el portaviones Invencible, donde murió sin que se pudiera recuperar su cuerpo y su máquina- afirma Olmedo.
Una vez superado este incidente, Olmedo decide dirigir la nave contra la costa de Bahía Button. Aunque ya estaban fuera de combate, fueron nuevamente atacados por la aviación británica. Ante esa situación, el comandante ordenó abandonar la nave. En primer lugar lo hicieron los efectivos militares, posteriormente los heridos y, por último, el grueso de la dotación policial.