tres meses de su liberación, la historia del tortugo Jorge sigue conquistando corazones y despertando admiración en el mundo entero. El 11 de abril de 2025, Jorge fue reinsertado al mar desde las costas de Mar del Plata, luego de pasar años en cautiverio.

Desde ese día, nada libre en el océano y ya recorrió más de 3.300 kilómetros. Actualmente, anda por Ubatuba, una ciudad costera en Brasil donde hoy vive en condiciones óptimas.

Su caso sea considerado único a nivel mundial por todo el proceso que se hizo para liberarlo y por el seguimiento con GPS que se le realiza. Es por eso que la prestigiosa revista National Geographic publicó un artículo sobre Jorge, destacando su exitoso regreso a la vida silvestre y el rol crucial de la ciencia argentina en esa hazaña.

El caso se convirtió en una referencia internacional sobre reinserción de especies amenazadas y ya inspira a equipos científicos en otras latitudes. La publicación en National Geographic confirma el impacto de esta historia, no solo como éxito biológico, sino también como símbolo de resiliencia y esperanza.

Jorge fue rescatado en 1984 y tiene el record de ser la tortuga que pasó más tiempo en cautiverio en el mundo. Tras encontrarlo enredado en una red de pesca y aturdido por el frío y las lesiones en Bahía Blanca, permaneció más de la mitad de su vida en una piscina de 20.000 litros y apenas 45 centímetros de profundidad en Mendoza, alimentándose de huevos duros y carne de res en agua salada.

Desde Mendoza, la bióloga e investigadora del CONICET, Mariela Dassis, lidera el monitoreo satelital de Jorge. Gracias a la tecnología, es posible conocer con precisión sus movimientos y estado. “Lo que podemos decir hoy, a tres meses, es que Jorge ha tenido un éxito absoluto para cumplir los desafíos que tenía. Se orientó perfectamente y mantuvo patrones de movimiento esperables para su especie”, sostuvo Dassis, quien sigue cada paso del tortugo desde su liberación.

Según sus registros, Jorge cruzó el límite con Brasil apenas 18 días después de partir. Desde entonces, mantuvo trayectos largos con pausas breves, exploró zonas de agua cálida y cambió su ritmo al encontrar temperaturas óptimas para vivir. En esa zona costera pasó dos semanas en Lagoa dos Patos, luego subió hacia Florianópolis y finalmente recaló en Ubatuba, donde hoy se lo monitorea.

“El animal se movió bien, con patrones claros, y aunque no lo vemos comer, su comportamiento demuestra que está sano. Si no, estaría en la costa o sin transmitir datos”, explicó la experta.