Francisco Salamone fue un arquitecto italo-argentino, que vivió y trabajó en Argentina y construyó más de 60 edificios en 25 municipios de la provincia de Buenos Aires entre 1936 y 1940. Azul, Rauch, Laprida, Gonzales Chaves, Balcarce, Coronel Pringles, Tornquist, Guaminí, Saavedra y Adolfo Alsina son algunas de las ciudades que recibieron estos totems arquitectónicos impresionantes, caracterizados por usos originales del espacio, torres altas, líneas rectas y simetría. Sus obras son cementerios, mataderos y palacios municipales que encarnan el modernismo en diferentes ciudades y pueblos bonaerenses.

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Durante la prolífica etapa bonaerense de Salamone, fueron muchas las obras que se construyeron, aunque también un buen número quedó sólo en proyectos.

Por ejemplo, en 1938, FS fue elegido por la administración del entonces Intendente de Lobería, Manuel Raggio, para llevar a cabo la construcción de una serie de obras públicas.

Las mismas iban a coincidir con los festejos por el centenario de la fundación del Partido, al año siguiente, e incluían un nuevo palacio municipal, mataderos en Lobería y Quequén (donde se proyectaba una delegación municipal) y un nuevo portal en el cementerio municipal, entre otras.

A pesar de los diseños iniciales, la falta de financiamiento impidió su realización. Algunas imágenes de las futuras construcciones fueron publicadas en “Cuatro años de Gobierno”, el libro en el que el entonces Gobernador Manuel Fresco difundió lo hecho y proyectado durante su gestión.

Para 1940, y ya con un nuevo Intendente en el poder, se aclaraba que las obras “no llenan las funciones y necesidades municipales, y, teniendo en cuenta que el proyectista Ing. Francisco Salamone, ha sido alcanzado por una sanción del Consejo Profesional de Ingenieros del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia” se decidió anular definitivamente el contrato.

Vale la pena recordar que, según explica el gran René Longoni, Salamone cobraba un 10% del costo total de las construcciones como honorario: un 5% al inicio de los trabajos y el resto a medida que avanzaba la obra. Sólo recibía el pago si se completaba la misma, lo que implicaba un riesgo importante.

Esta modalidad era atractiva para las municipalidades que no podían adelantar dinero. La rapidez, eficacia y originalidad de sus proyectos contribuyeron a su éxito. También el hecho de incluir todas las obras complementarias, desde la parquización hasta los muebles y equipos de iluminación y calefacción, listos para su uso.

Fuentes: Longoni, R., Molteni, J. C., & Salamone, F. (2004). Francisco Salamone: Sus obras municipales y la identidad bonaerense.