Durante la misma Mestre lavó los pies a cinco parejas de matrimonios y una de novios. Finalizada la eucaristía comenzó, con la adoración al Santísimo, la “Hora Santa”.
Durante la homilía, resaltó tres aspectos de este día en que se rememora la cena de Jesús con sus discípulos.
“Una vez más tenemos la gracia de poder celebrar la Santa Cena del Señor, donde la liturgia nos invita a tener presente de manera particular el sacramento del amor, la institución de la eucaristía, y tener presente el ministerio sacerdotal que nos permite que justamente la eucaristía sea el centro de cada comunidad.
El signo más destacado y elocuente, visible tiene que ver con el lavatorio de los pies a sus discípulos, para remarcar con claridad que el amor no es una cuestión de palabras bonitas, sino que el amor tiene un alcance real y profundo que se refleja en este gesto de humildad y entrega”, inició diciendo el obispo en la homilía.
Luego, desarrolló tres puntos en torno a la frase “el amor que se transforma en sacramento”: la eucaristía, el sacerdocio y el sacramento del matrimonio.
“El amor de Dios que se transforma en sacramento en la eucaristía: Jesús se hace presente a lo largo de los siglos a través del sacramento de amor que es justamente la eucaristía.
Para ser celebrado, para ser adorado, para ser comunidad, para ser el alimento que nos sostiene en el camino de nuestra existencia”.
“El amor de Dios se transforma en sacramento en el sacerdocio y de esta manera, hombres débiles, pecadores, somos elegidos por Dios para ser en su nombre, cabeza de la comunidad, pastorear la comunidad, y hacer posible que la presencia real se haga visible en cada comunidad a través de la eucaristía”, manifestó el obispo en el segundo punto.
Luego monseñor Mestre refirió, “a este tiempo tan difícil de la Iglesia que toca con claridad la debilidad de los ministros de Dios”.
“Lamentablemente muy poquitos cometen la atrocidad de los abusos sexuales, y tanto dañan a la mayoría de los ministros que se entregan y sirven con generosidad y en nombre de Cristo a nuestro pueblo.
Es bueno tomar este tema con realismo y responsabilidad, y descubrir que tenemos que pedir perdón como Iglesia, aunque no seamos responsables directamente de un acto tan criminal como el abuso de un menor o de una persona adulta en situación de vulnerabilidad.
Hacernos cargo nos hace profundamente libres. Como el papa Francisco queremos seguir adelante en este camino de purificación profundo para que haya una suerte de ‘Nunca más’ respecto a los abusos sexuales por parte de miembros del clero”.
Con énfasis Mestre resaltó, “que generemos los caminos de prevención necesaria y el acompañamiento paternal y comprometido de las víctimas y sus familiares.
Junto a esta experiencia dolorosa, una vez más tenemos que redescubrir la belleza del sacerdocio ministerial que hace posible que Cristo Jesús, Pan Vivo bajado del cielo, esté presente en cada una de nuestras comunidades.
Renuevo mi pedido a Dios, lo invito a ustedes a pedir a Dios por la fidelidad de los que ya somos ministros, por la perseverancia de los seminaristas de la diócesis, y que de un corazón generoso a los que está llamando para que sean pastores de las comunidades”.
Finalmente, mirando a quienes minutos después lavaría los pies, habló del “amor que se hace sacramento en el matrimonio”.
“En esta celebración lavaré los pies de Jesús a seis parejas, cinco con la gracia del sacramento y una pareja que se prepara para recibir el don del amor en el matrimonio.
Que al lavarles los pies, representen también a otras parejas y familias que por una crisis, o un dolor que los atormenta.
Que con ustedes y a través de ustedes puedan experimentar el amor de Jesús”, concluyó el pastor de la Iglesia Católica de Mar del Plata.-