Vecinos de Necochea se deleitaron con el fenómeno de la luna rosa en el cielo necochense y así lo reflejaron a través de las redes compartiendo distintas imágenes del satélite en paisajes de la ciudad.

Foto Lily Salguero

La denominación de “Luna rosa” proviene de tradiciones indígenas de América del Norte, particularmente de los algonquinos, que nombraban las lunas llenas según características naturales y culturales de su entorno. En este caso, la referencia al “rosa” no está relacionada con el color de la Luna, sino con la floración del musgo rosa o flox de tierra silvestre, que típicamente ocurre durante esta época del año en el hemisferio norte.

Foto Alejandra Fernández

Observar la Luna rosa no requiere de equipos especiales de observación astronómica, aunque el uso de binoculares puede enriquecer la experiencia, permitiendo a los observadores apreciar más detalles de la superficie lunar. Lo esencial para una buena visualización es encontrar un lugar con baja contaminación lumínica, lo que ayudará a apreciar mejor la luminosidad y detalles de la Luna.

Foto Rubén Rodríguez

Desde el punto de vista astronómico, la Luna rosa es como cualquier otra luna llena, pero puede parecer más grande y brillante si coincide con su punto más cercano a la Tierra, conocido como perigeo, en un fenómeno conocido como superluna. El color real de la Luna, visible desde la Tierra, varía entre blanco y gris, aunque puede adquirir matices amarillos, naranjas o rojizos, particularmente cuando está cerca del horizonte debido a la dispersión de la luz en la atmósfera terrestre.