Casi 20 años después de la recordada presentación de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota de su disco “Lobo suelto, cordero atado”, en la cancha de Huracán, Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado protagonizó en la noche del sábado el regreso de esa mística al estadio ubicado en el barrio porteño de Parque Patricios, de la mano del repertorio que lleva la firma del Indio Solari, requisito suficiente para que se pusiera en marcha el característico ritual de sus seguidores.
El grupo que acompaña al icónico artista en vivo hizo su labor de manera brillante, con soberbias versiones de clásicos tanto como solista como con Los Redondos; mientras que el marco vivido desde temprano, en la llegada al estadio, el ingreso y el protagonismo de la multitud que literalmente abarrotó el lugar, hicieron el resto.
Así, la famosa misa ricotera contó, como marca su manual de estilo, con arribos a la zona del concierto en medios de transportes públicos entre cánticos, los encuentros en los alrededores del estadio para armar una pequeña fiesta previa, la amenazante presencia policial con vehículos blindados y equipados con cascos, escudos y palos, y desbordes al ingreso y dentro del lugar por la gran cantidad de personas. Una vez iniciado el recital, hubo agite de banderas, extemporáneas bengalas –desalentadas explícitamente por la banda- y una colorida celebración.
Pero estos ineludibles que conforman el famoso ritual tuvieron su gran razón de ser en el profuso repertorio al que echó mano Los Fundamentalistas, un importante puñado de clásicos surgidos de la pluma del Indio, a los que le dio un tratamiento sonoro que, sin alejarse de sus respectivos originales, trajeron nuevos colores a esa música.
Por supuesto que el mismísimo Solari hizo su irrupción en algunos pasajes desde las pantallas, como ya es costumbre, pero no fue ese hecho el que levantó las mayores ovaciones, o al menos no tantas como cuando comenzaban a sonar los primeros acordes de cada canción, como si el catálogo ya lo hubiera trascendido, más allá del halo de leyenda que porta desde hace bastante tiempo.
Entonces, a lo largo de tres horas por los que desfilaron cerca de 40 temas, Los Fundamentalistas logró ocupar el centro de la escena, sin necesidad de un frontman, gracias a su impresionante calidad interpretativa y a un inefable repertorio.
Allí descollaron Gaspar Benegas y Baltasar Comotto, en guitarras; Pablo Sbaraglía, en teclados y guitarras; Fernando Nalé, en bajo; Deborah Dixon y Luciana Palacios, en coros; Sergio Colombo en vientos; Miguel Ángel Tallarita, en trompeta; y Ramiro López Naguil, en batería.