Masacre es un término utilizado para referirse a un tipo de homicidio premeditado, habitualmente de varias personas, caracterizado por la indefensión de las víctimas. La expresión es de origen francés (massacre) y es definida por el diccionario de la Real Academia Española como “matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida”. Por su parte, el Diccionario de uso del español de María Moliner, define la palabra como “matanza salvaje de personas”. Aunque el término masacre es impreciso en sus alcances, suele aplicarse a situaciones en las que existe una gran desigualdad de poder entre víctimas y victimarios, y los asesinatos se presentan como crueles, alevosos e innecesarios. (Wikipedia)

Hace seis años, un día como hoy, nos levantábamos con una noticia macabra que revolucionaba la ciudad. Un vecino del barrio Fonavi había asesinado a parte de su familia a cuchillazos y machetes. Su apellido era, ni más ni menos que Vecino.

Además, cuando salió de la vivienda después de ultimar a su mujer y tres de sus hijos, no dudo en apuñalar a un vecino que se acercó para intentar contenerlo y atacar a dos de los policías que ya habían llegado a la escena del crimen. Después, cuando se encontró cercado, se atrincheró en una dependencia del fondo de la casa principal donde se quitó la vida ahorcándose.

El informe forense detalló que la primera de las víctimas de Roberto Daniel Vecino, por entonces de 56 años, fue su ex pareja María Esther Curuchet de 52. Tenía la cabeza “prácticamente desprendida” por un fuerte golpe de machete de unos 30 centímetros de hoja, una de las tres armas blancas secuestradas en la escena de los crímenes.

Las autopsias realizadas a las víctimas de la masacre revelaron que en una secuencia que no duró más de diez minutos, el asesino decapitó a su ex esposa y le aplicó tanto a ella como a sus tres hijos y al vecino que intentó detenerlo al menos diez puñaladas.

Vecino usó tres armas blancas para matar, entre ellas, un cuchillo de unos 22 centímetros y una “faca” o arma blanca de fabricación casera que él mismo confeccionó.

Según las autopsias, tanto Curuchet como sus tres hijos, Rosa, de 21 años; Etelvina, de 19  y Roberto, de 24; y el vecino Horacio Córdoba, de 70 años, tenían al menos diez heridas punzantes cada uno, a excepción de una de las hijas, profundos cortes en el cuello y todos presentaban lesiones  defensivas, producidas en el intento de  detener los ataques.

Los investigadores saben que la primera de las víctimas fue Curuchet, no sólo porque la temperatura del cuerpo al momento de los peritajes era la más baja, sino porque así lo relató el hermano de la mujer, quien vivía con la familia y alcanzó a ver parte de la acción antes de escapar hacia la casa de un vecino a pedir ayuda.

Una de las hijas de Vecino, Daniela, recordó que su padre siempre fue un hombre violento: “De repente salía con cualquier cosa, te insultaba, te pegaba. Hoy estaba bien y mañana te amenazaba y te pegaba mal. Cuando querías hacer algo o denunciarlo mi mamá te decía que  no, que no te metieras”, dijo.

Por su parte, Gustavo, otro de los hijos, recordó que se fue a vivir aún siendo menor de edad a Mar del Plata, cansado del  maltrato de su padre.

“Me pegaba y me metía la cabeza en un tanque de agua, qué podés esperar de una persona así…”, dijo el hombre entre lágrimas, tras lo cual contó que participó de las marchas por “Ni una menos” debido a la violencia que sufría su madre.

Curuchet vivía con cuatro de sus hijos en una casa situada en avenida 98 y Roberto Vecino vivía en un inmueble lindero sobre calle 63, ambas justo en la esquina, ya que estaban separados.

Según los investigadores, la mujer y su ex esposo, empleado en el Cementerio Municipal, regresaron al domicilio de él luego de haber llevado a su hijo de 10 años discapacitado a la escuela y, una vez en la cocina, discutieron.

Allí el hombre asesinó de un machetazo a su mujer, tras lo cual, se dirigió a la casa de ésta y en la planta alta atacó a cuchilladas a sus hijas Rosa y Etelvina.

En el medio cometió el crimen de su hijo Roberto, quien alcanzó a salir de la casa a la carrera y fue perseguido unos 50 metros hasta ser atacado en la calle.

Un vecino que presenció ese hecho intentó intervenir y también fue asesinado y su cuerpo degollado quedó junto al del joven.

Mientras Vecino mataba a su hijo Roberto y a Córdoba, un hermano de Curuchet alcanzó a pedir ayuda y la policía arribó al lugar.

Dos efectivos que intentaron desarmar a Vecino fueron heridos con una segunda arma blanca que éste llevaba en la cintura.

En esas circunstancias, el atacante huyó a la carrera y se atrincheró en un galpón de su casa, donde se ahorcó.