Celebrar el cambio de año es la mejor señal de que estamos vivos. Acabar una etapa y brindar por lo todo lo bueno que deseamos que nos ocurra va unido a nuestra condición humana, y la Nochevieja es la que me mejor refleja, con el cambio de dígito, que el tiempo pasa demasiado deprisa y solemos vivir sin apreciar lo que nos rodea.
La Nochevieja y el Año Nuevo son dos de los días mágicos que el calendario marca como de fiesta obligada. Después de los excesos navideños, son también fechas propicias para los buenos propósitos en forma de apuntarse al gimnasio o aprender idiomas, pero estas intenciones suelen retrasarse a febrero por aquello de que aún hay cosas que celebrar en los primeros días del nuevo año.
El cambio de sociedad y de gustos también se va llevando por delante las tradiciones que parecían inamovibles desde hacía décadas, y así, de celebrar el fin de año en casa, en familia, con cena, uvas y especiales de televisión incluidos, pasamos con los años a celebrar la Nochevieja con los amigos después de cenar, más tarde a hacerlo en pareja o junto a parejas de amigos, para volver, con el tiempo al principio y hacerlo en casa con nuestros hijos. La cena, las uvas, el cava, la televisión, el cotillón, el concierto de Año Nuevo desde Viena, los saltos de esquí… pertenecen a una rutina que va dando paso en los últimos años a escapadas puntuales para estos días o, directamente, viajes de vacaciones a lugares exóticos para recibir al año nuevo: desde casas rurales y cruceros, hasta viajes a las antípodas, todo vale, según la edad y la economía, con tal de convencernos de que el año siempre será mejor cuanto mejor comience.
todas las celebraciones de este día se basan en eso: desechar lo malo, recordar lo bueno, mitigar el dolor de los que nos han dejado y, sobre todo, brindar por lo bueno que esté por llegar y desear lo mejor, empezando por la salud, a nuestros seres queridos. Las tradiciones, los ritos, los conjuros, las supersticiones y la magia hacen el resto para que así creamos que ocurrirá…
Pero no en todos los países del mundo se celebra la Nochevieja el 31 de diciembre, en algunos solo es un día más en sus vidas por su cultura y religión, que los hace regirse por otro calendario. Algunos de ellos son, por ejemplo, India, que tiene más de 30 calendarios diferentes; Irán, donde coincide con el inicio de la primavera en el calendario persa; Arabia Saudí, que prohibió en 2013 celebrar la Nochevieja porque el país se guía por el calendario musulmán y no el gregoriano; Sri Lanka, que lo celebra el 14 de abril con el Aluth Ayurudda; Bali, que celebra el Nyepi, o Festival del Silencio de Año Nuevo el 22 de marzo; Etiopía, que celebra su Enkutatahs o año nuevo el 11 de febrero; o China, entre otros, que empezará su año nuevo el 5 de febrero y será el año del cerdo…
En España las tradiciones siempre han estado claras y, desde hace más de cien años, las uvas son las protagonistas: eso sí, por mucho que lo hayamos oído y leído, el origen de la búsqueda de la buena suerte en acompasar las uvas con las 12 campanadas no está precisamente en un excedente de fruta a principios del siglo pasado, porque varias décadas antes los periódicos de la época ya se hacían eco de esta iniciativa, que si bien al principio no fue muy bien vista, ha acabado convirtiéndose en icono nacional de este día con el marco de la Puerta del Sol y la televisión en directo y que se ha exportado a otros países.
Junto a las 12 uvas no puede faltar una pieza de oro que se bañe en cava o una prenda roja para atraer a la buena suerte. Y de ahí, cada lugar y familia puede complicar el rito de comer las uvas de pie, empezar el año con el pie derecho, envolver dinero en laurel o incluso, mezclar las tradiciones de varios países para hacer más completo el conjuro de la buena suerte… pero en cualquier caso, lo que nunca falla después de la última campanada son los besos, abrazos y las llamadas de teléfono a los familiares, casi siempre con el mensaje de que las líneas están saturadas en ese momento y hay que volverlo a intentar más tarde.
Otra imagen del último día del año es la tradicional carrera de San Silvestre, que ha pasado de ser popular a convertirse en muchos lugares en internacional, patrocinada y televisada… y es que, lo del correr últimamente, más que una moda es una epidemia en España, con carreras de todo tipo, recorrido, motivo, distancia, modalidad y fin.
Pero cuando estemos inmersos en esas celebraciones, ritos y costumbres de fin de año habrá lugares en el mundo que lleven ya medio día en 2019. La isla Kiritimati, situada en el archipiélago de Kiribati, océano Pacífico, llevará ya 13 horas en el nuevo año al ser el primer huso horario del planeta en recibir el Año Nuevo. Ese privilegio, sin embargo, es compartido desde 2011 con las islas de Samoa y Tokelau, ya que sus respectivos gobiernos decidieron adelantar los relojes 60 minutos para ser partícipes ese honor.
Nuestros vecinos fronterizos celebran de manera parecida a nosotros el fin de año y la llegada del nuevo: en Francia, durante la Nochevieja, los parisinos se concentran en los Campos Elíseos para despedir el año, llenando la avenida que va desde el Arco de Triunfo a la plaza de la Concordia botella de champán en mano. Para quienes se quedan en casa la tradición manda el conocido como ‘Réveillon de la Saint-Sylvestre’ en la mesa y también que hay que besarse y abrazarse bajo una rama de muérdago para tener buena suerte en el nuevo año. En Portugal despiden el año con el pavo como plato estrella de la mesa y con pasas. Los espectáculos pirotécnicos, como en tantos otros países, son los protagonistas de la fiesta, y desde 2006 Madeira está en el ‘Libro Guinness de los Records’ por este motivo.
En Italia no puede faltar en la cena de Nochevieja un buen plato de lentejas como símbolo de riqueza y dinero. La tradición, que data del Imperio Romano, llevó a utilizar estas legumbres como símbolo de las monedas, y así cuantas más lentejas se coman, más riqueza se tendrá. También viene de Italia la simbología de llevar la ropa interior de color rojo en esta noche.
En Reino Unido no podían fallar a su famosa puntualidad británica, así que se preparan la noche de fin de año para una carrera que les otorgará ser el portador de la buena suerte durante el resto del año. Es lo que se conoce como el ‘first footing’, que significa que una vez que dan las doce corren para ser los primeros en visitar a sus familiares o amigos. Sus vecinos irlandeses ponen en Nochevieja una baya o muérdago debajo de la almohada, especialmente los solteros, buscando buena suerte y, sobre todo, amor. En Escocia, las familias tratan de asegurarse de que la primera persona que entre en casa después de la medianoche sea un hombre apuesto, alto y de pelo negro, ya que los hombres con estas características son considerados los más que más suerte tienen, así que el primer hombre que entra en la casa determinará la suerte de la familia en el nuevo año, que en cualquier caso estará garantizada si trae de regalo whisky.
El lugar donde la tradición es más particular en este día del año es Dinamarca. Al estilo de los griegos en las bodas, los daneses reciben el año rompiendo los platos después de la cena a la puerta de los vecinos. Completan este ritual con la obligatoriedad de subirse a una silla al inicio de las campanadas de medianoche y saltando desde lo alto de ella con la última.
Para los niños rusos, el Año Nuevo es como la Navidad para la mayoría de los niños europeos. Y es que ese día pasa por sus casas el Abuelo del Hielo, una especie de Papá Noel autóctono que recorre el país repartiendo dulces, juguetes y las típicas muñecas matriuskas. Los adultos, por su parte, escriben un deseo en un papel que tienen que quemar y arrojar a la copa de la bebida con la que se brinda antes del primer minuto del nuevo año para que se cumpla.
En Asia y América las tradiciones para este día son de lo más variadas debido a la influencia de innumerables culturas: en Filipinas, por ejemplo, la tradición de este día tiene mucho que ver la ropa y así, los filipinos lucen prendas con lunares durante todo el último día del año. Esta prenda debe tener al menos un bolsillo para guardar algunas monedas que se harán sonar a medianoche. En Turquía el nuevo año es sinónimo de arrojar por las ventanas y balcones frutas como la granada. Cuanto más se abra la fruta el año será más positivo.
Otro país curioso en su fin de año es Japón, donde no hay 12 campanadas, sino que hasta en 108 ocasiones tañen las campanas de los templos japoneses para conmemorar la llegada del nuevo año. La tradición se llama ‘joya no kane’ y simboliza que con cada tañido desaparece uno de los pecados innatos del ser humano. Además, antes de entrar en el nuevo año también se realiza una limpieza de la casa a fondo, denominada ‘osoji’, para echar fuera la mala suerte, y es una tradición que se también se traslada a las oficinas e incluso a la universidad para deshacerse de lo que no sirve y recibir el año nuevo limpio y renovado por dentro y por fuera. Los fideos como cena complementan este día para significar una larga vida, y empezar el año riendo también es fundamental para atraer la buena suerte.
En América, la Nochevieja típicamente norteamericana, y la más popular, es la que se celebra en Times Square, en Nueva York. Los neoyorquinos se concentran en esa céntrica plaza varias horas antes de la medianoche. La bajada de la famosa bola de cristal desde lo alto de uno de los emblemáticos edificios marca el comienzo de los fuegos artificiales, los juegos de luces y los gritos de alegría. Los conciertos de celebridades también son una nota característica de este día junto a los besos como garantía de amor para el nuevo año.
Pero la tradición española de las 12 uvas está muy extendida entre la comunidad hispanohablante. Los mexicanos la siguen al son de las campanadas de la Catedral Metropolitana de Ciudad de México, pero la complementan, antes o después, barriendo la casa desde dentro hacia fuera para limpiarla de impurezas. En Perú, Honduras y Ecuador son más radicales con la purificación. En esos países se escribe en papelitos lo indeseable y se introduce en un muñeco al que se prende fuego, como también hacen los campesinos de Colombia, si bien en otros lugares también se queman muebles viejos.
En Cuba esta fiesta se celebra ante un menú criollo, y al coincidir el Año Nuevo con el aniversario del triunfo de la Revolución, hay fiestas populares en todo el país organizadas por el Gobierno. En Chile es una tradición comer una cucharada de lentejas, y también está muy extendido el uso de ropa interior de color amarillo para atraer el amor. En El Salvador hay una práctica adivinatoria del año nuevo que consiste en cascar un huevo en un vaso de agua la medianoche de hoy e interpretar su forma el primer día del año. Si se parece a una iglesia es que habrá boda y si hay círculos, dinero o cambios en lo personal.
En Brasil se toman uvas la noche del ‘Reveillón’, pero la cantidad corresponde al número de la suerte de cada cual. Los brasileños de la costa se visten de blanco y se van a la playa. Allí se salta sobre siete olas y se dejan pequeños barcos con velas y flores en el mar con la intención de que éste se lo lleve como señal de buena suerte para el año recién estrenado.
En el último día del año los uruguayos tiran por la ventana los calendarios del año viejo. También arrojan agua a la calle para así arrastrar todo lo malo, como la envidia. Para librarse de ese pecado capital, las mujeres uruguayas visten este día alguna prenda roja. Otra tradición curiosa se produce en Ecuador, donde hombres y mujeres piden fortuna y les llueven literalmente las monedas que lanzan al aire a medianoche para que sea así durante todo el año, y por si esto no fuera suficiente, también guardan billetes en sus zapatos.
Quien encuentra en esos días en Costa Rica una pequeña flor silvestre de color morado llamada Santa Lucía está de suerte. Si se mete en el monedero la tradición dice que no faltará dinero en todo el año. En Puerto Rico, por su parte, toman las 12 uvas y también arrojan agua a la puerta de las casas. Y todavía hay quien dispara al aire al son de las campanadas, una costumbre por fortuna en extinción, pero muy generalizada hasta hace unos años, y que se saldaba con numerosos muertos por las balas perdidas.
En otros países de Sudamérica, como Colombia, Panamá, Paraguay y Perú, entre otros, pasear o correr con maletas en Nochevieja es un ritual para que el año nuevo traiga muchos viajes, pero con la condición de dar un portazo al salir de casa porque significará que también se alejarán los malos espíritus. En Argentina también todos corren, pero a abrir sus regalos después del brindis con champán o sidra en la medianoche del 31 de diciembre, y en este país la ropa interior rosa es la que significa prosperidad en el nuevo año.
En África el colorido de las vestimentas y, sobre todo, los cantos y los bailes a ritmo de tambores están muy presentes en el cambio de año. Los sudafricanos, por ejemplo, reciben el nuevo año junto al carnaval el 2 de enero con grupos de danza y coros que recorren las calles de Ciudad del Cabo con disfraces multicolores. El desfile recuerda el Día de la Emancipación y congrega a más de 100.000 personas. En muchos países de África subsahariana es una tradición comer pollo en la noche de fin de año, muy valorado y un lujo para muchos, más acostumbrados al cerdo o al cordero el resto del año.
En las Antípodas, Australia es el país en el que el ruido se convierte en el elemento clave y diferenciador para recibir el año. Cuando el reloj marca la medianoche, los silbidos, el claxon de los coches, los gritos… y, por supuesto, los fuegos artificiales marcan el momento. Todas las miradas apuntan por la noche a Sidney, donde tiene lugar un espectáculo pirotécnico en un escenario de lujo, envolviendo la famosa ópera y el Puente de la Bahía de la metrópolis australiana.
Son solo algunos ejemplos de celebraciones en los cinco continentes, porque lo importante de verdad, además de poder celebrar la llegada del nuevo año, es hacerlo con personas que nos importan a nuestro lado y poder brindar por la salud, porque sin ella todo lo demás que se pida y nos depare el nuevo año carecerá de sentido. Celebrar la vida es, por tanto, el mejor regalo que podemos hacernos en una noche como hoy. ¡Feliz año nuevo, feliz 2019!