Es una proyección para el periodo del 20 de marzo hasta el cierre de mayo . Es más que nada pérdida de trabajo informal, pero afirman que el empleo registrado sufrirá más en el futuro cuando el Estado retire los programas de asistencia a empresas
Cerca de 900.0000 personas perdieron su ocupación en todo el país durante la cuarentena. Los datos surgen de un informe que prepara la UCA sobre el impacto de la pandemia de COVID-19 y las medidas de aislamiento social preventivo y obligatorio dispuestas para intentar paliarlo. El director del Observatorio de la Deuda Social de esa universidad, Agustín Salvia, dijo que en el período los más afectados fueron los trabajadores informales, pero que el mayor impacto para el empleo en blanco llegará más adelante cuando se retiren los programas de asistencia del Estado a empresas privadas.
En base a una encuesta a 500 hogares y estimaciones que parten de datos oficiales ya publicados, el observatorio de la Deuda Social de la UCA trabaja en estimar cuál fue el costo en materia de empleo de los casi tres meses de freno económico que generó la pandemia. Aunque la encuesta sólo cubre el área metropolitana de Buenos Aires, en base a proyecciones por sector pueden calcular el impacto en todo el país.
“Son datos que estamos empezando a procesar, que nos muestran una reducción que nos va a dar cerca de un 10% de ocupados, de los cuales el 70% son de la economía informal que fue la más afectada”, dijo Agustín Salvia del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
Los números que está elaborando la UCA todavía no están terminados de elaborar, por lo que Salvia se negó a precisarlos. Pero en principio las proyecciones indicarían que entre fines de marzo y mayo perdieron su ocupación unas 120.000 personas entre autónomos y pequeños empleadores. Otros 150.000 a 190.000 puestos de trabajo extra se habrían reducido los puestos de trabajo formales, en blanco, mientras que el empleo en negro se habría visto reducido en otros 180.000 puestos.
Entre los cuentapropistas no profesionales informales habrían sido 160.000 los afectados, mientras que unas 250.000 personas dedicadas a trabajos eventuales, de supervivencia y changas se habrían quedado sin actividad alguna. La cifra exacta de la estimación de la UCA e va a conocer la semana próxima.
Tres oleadas
Según Salvia, a lo largo del período de aislamiento social se fueron dando golpes sucesivos al mercado de trabajo que fueron afectando a distintos tipos de trabajadores.
“El primer impacto fue el del momento cero, de la fase inicial del aislamiento, que recayó sobre cuentapropistas o pequeños trabajadores independientes y pequeños empleadores de barrio. El shock de parálisis del transporte y espacios públicos golpea mucho al trabajador independiente informal, el vendedor ambulante el empleado no registrado de pequeños comercios”, dijo Salvia.
“El segundo shock fue sobre obreros y empleados asalariados de pymes, los que estaban en negro. Ya en abril, en el que la parálisis golpea a esas unidades económicas por el nivel de actividad o porque el negocio nunca abrió y esos sectores se quedaron sin trabajo. Esto abarca desde peluquerías, hasta el garage o prestadores de servicios que contratan unos pocos trabajadores. No estoy abriendo, no hay trabajo”, comentó.
La extensión de la cuarentena adminsitrada, que fue liberando en forma gradual cada vez más sectores generó un cierto alivio a este tipo de pequeñas empresas, comercios y prestadores de servicios. Pero eso no redundó necesariamente en una vuelta al trabajo de sus empleados.
“Hasta donde pudimos ver la flexibilización va a mejorando la situación pero el trabajador no registrado no recupera el trabajo. Porque el costo de reactivar en una situación de parálisis es muy alto. Puede abrir, pero no llama al empleado. Están semiabiertos para ver si cubren lo mínimo”, comentó el sociólogo.
Pero en el análisis del Observatorio de la Deuda Social esos dos golpes al mercado de trabajo no serán los últimos. Es esperable que se de una tercera oleada en la que el empleo formal, en blanco, sea mucho más protagonista.
“Ese es el siguiente impacto que nosotros estimamos, que las pequeñas empresas van a tener un nivel de reactivación muy bajo, esas unidades económicas no sólo dejan de pagar empleos sino que muchas terminan cerrando”, dijo Salvia. “¿Cuánto puede seguir siendo sostenido por el estado cuando el restaurante, cine, no abre, cuando los remiseros o taxistas no necesiten a los peones? Va a venir un tercer impacto, un momento en el que el equilibrio se ajusta por número. Lo que vamos a ver es que una vez que se retiren las asistencias estatales, como el programa de ayuda para el pago de sueldos, esa situación se va a blanquear mucho más”, concluyó.
A pesar de la pérdida de puestos de trabajo, Salvia admitió que los datos no son suficientes para estimar cuál será el nivel de desocupación a la salida de la cuarentena. “Es esperable que la desocupación suba, pero no podemos saber cuál va a ser la tasa porque también hay que conocer cuál va a ser la tasa de actividad, y ante la caída que esperamos en el empleo es esperable que muchos dejen de salir a buscar trabajo porque no creen poder encontrarlo y, entonces, no sean considerados como parte de la población económicamente activa”, dijo.
Datos oficiales: en marzo se perdieron 105.000 empleos registrado
El Gobierno difundió los datos de empleo del tercer y cuarto mes del año donde ya se comienza a ver los primeros efectos de la pandemia. En marzo, el mes donde comenzaron las medidas del aislamiento social, se contabilizaron 105.000 trabajadores registrados menos en relación con el mes anterior (en la variación desestacionalizada), a partir de la información del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA).
Este número representa una caída del 0,9% en la cantidad total de personas ocupadas en la economía formal. Tal disminución se debió, fundamentalmente, a la contracción del empleo asalariado privado, que se redujo un 0,8% (48.000 trabajadores menos) y al trabajo monotributista que cayó un 2,8% (45.000 trabajadores menos).
Todos los sectores de la economía, con excepción de los servicios de salud y el suministro de electricidad, gas y agua, vieron reducido su nivel de empleo en marzo
En este contexto, según la información difundida por el Ministerio de Trabajo, todos los sectores de la economía, con excepción de los servicios de salud y el suministro de electricidad, gas y agua, vieron reducido su nivel de empleo en marzo en relación a febrero.
Las actividades limitadas a trabajar de manera remota son las que registraron las caídas más pronunciadas: pesca (-5,3%), construcción (-4,6%), hoteles y restaurantes (-1,7%), servicios sociales (-1,4%). Industria y Comercio mostraron caídas del orden del 0,4%. “Los servicios empresariales, enseñanza e intermediación financiera, sectores donde el trabajo a distancia puede ser una alternativa, si bien registran pérdidas de empleo, fueron los sectores menos afectados”, explicó el informe.
Desde el ministerio de Trabajo indicaron que el aislamiento social, que restringe la vida social y la actividad económica, está causando efectos negativos en la situación laboral de los trabajadores, en todo el mundo. De acuerdo a estimaciones realizadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), durante el segundo trimestre de 2020, la cantidad de horas trabajadas a nivel mundial disminuirán un 10,7% con respecto al cuarto trimestre de 2019. Esto equivale a una pérdida de 305 millones de empleos a tiempo completo (considerando una semana laboral de 48 horas).
La información oficial, que surge de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) para el mes de abril y del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) para el mes de marzo, refleja con el impacto de la pandemia en el trabajo registrado. Ambas fuentes de información muestran que el trabajo registrado se contrajo en la mayoría de sus modalidades, incluyendo el empleo asalariado en empresas privadas.
En abril, según la EIL, el 19% de las empresas relevadas no operó y el 38% de las firmas operó a menos del 50% de su capacidad productiva. El nivel de empleo asalariado en empresas privadas de más de 10 trabajadores —en los principales aglomerados del país—, mostró una contracción del 0,6%, cuando la baja en marzo había sido del 0,5%.
“El mecanismo de ajuste del empleo asalariado se explica por el casi nulo nivel de contrataciones de nuevo personal registrado durante el período analizado. Frente al escenario impuesto por la pandemia, las empresas decidieron congelar las contrataciones habituales, de forma tal que, a pesar de observarse también una drástica contracción en el volumen de desvinculaciones, las que se encuentran en su mínimo histórico, superaron a las casi nulas incorporaciones, provocando la caída del nivel de empleo”, detalló el informe.
Con todo, la tasa de desvinculaciones se desplomó un 50% en relación al mismo mes del año anterior, en especial por la caída de las renuncias y los despidos sin causa. El menor número de renuncias se relaciona con la paralización de las contrataciones de personal: una parte relevante de las renuncias se producen habitualmente porque los trabajadores deciden cambiar de empleo.
En cambio, la contracción del volumen de despidos se debe a la vigencia, en abril, del Decreto 329/2020 que dispuso la prohibición de los despidos sin justa causa y por las causales de falta o disminución de trabajo y fuerza mayor.