Por María José Hegui.- Se reportaron una serie de disturbios ayer mientras se festejaba el pase de Argentina a la final del mundo. Riñas callejeras, arrebatos y la policía debió hacerse presente en la zona de 83 y 2.
A fuerza de ser sinceros, y sin querer empañar la felicidad que nos invadió ayer después del triunfo de Argentina frente a Croacia, debemos reconocer que a veces nos extralimitamos con la emoción; situación que, lamentablemente, se vio también en otras ciudades del país y que demuestran que Necochea es sólo un espejo de las actitudes sociales de un minúsculo colectivo de inadaptados.
Abunda el alcohol, las motos con cortes para hacer más ruido, las aceleradas innecesarias en el medio de la muchedumbre que corta la 2 a riesgo de atropellar a algún apurado en llegar a la rambla, los que quieren ver de arriba y se trepan a los semáforos y a los postes de alumbrado público, con el peligro para su propia integridad que eso conlleva.
Video de los distribuiros subido por un vecino a la red social Facebook:
Claro que es importante subrayar que los que se exceden afortunadamente son los menos. La mayoría de los vecinos llegan dispuestos a gritar un triunfo compartido y celebran de manera pacífica acompañados por familias, amigos, pequeños y abuelos con la ilusión de volver a ver al fútbol argentino en la cima del mundo.
Pero, esa reducida cantidad de gente, a veces logra opacar la fiesta. Y no se trata de pedir controles, al contrario, se entiende que en los festejos populares los que vigilan suelen ser figuras contraproducentes. Por eso mismo, sería importante festejar de la manera que nos merecemos, de manera responsable y cuidándonos entre todos, sobre todo imaginando un hipotético y deseado triunfo el domingo próximo.
Hay niños y niñas que con ojitos desbordados nos miran por primera vez saltando, cantando, gritando, alentando por esa celeste y blanca que ellos mismos lucen a talle 2. Hay infancias aprendiendo y debemos ser su ejemplo, sobre todo, y más que nunca, porque estamos todos en el mismo equipo.