Por María José Hegui

El último golpe de un femicida

Marisa Astudillo sabe que cuando sea sometida a una nueva operación perderá para siempre la capacidad de habla. Se quedará sin voz. Ayer decidió gastar las últimas palabras que tal vez le queden para contar durante tres horas el calvario que vivió junto a su ex pareja, Rubén Ortega. El mismo que le disparó tres veces cuando intentaba escapar de la casa que todavía compartían, aquella mañana de abril de 2017.

Ortega, un ex policía bonaerense  que entonces tenía 49 años, está detenido desde ese día y afronta ahora un juicio por jurado acusado de tentativa de femicidio. Marisa salvó su vida de milagro y ha sido sometida a numerosas intervenciones quirúrgicas debido a los tres impactos de bala que ingresaron por su espada. Las secuelas, físicas y psicológicas son irreversibles. Tiene perforado un pulmón y tienen lesiones en la columna, por lo q no podrá volver a caminar bien. Además una lesión en la tráquea hará que pronto pierda el habla para siempre.

Antes del hecho se habían separado pero seguían viviendo en espacios diferentes del mismo inmueble. Marisa ya se había animado a denunciarlo y la fuerza le quitó a Ortega el arma reglamentaria pero, a los diez días, se la devolvió. Con esa 9 milímetros disparó sin piedad a la madre de sus dos hijos.

La defensa del ex policía habla de “celopatía” y reconoce los padecimientos que provocó a su esposa desde que empezaron a compartir la vida, incluso durante los embarazos de Marisa.

Grabadores, micrófonos ocultos, encierros, golpes y más golpes de esos que dan las palabras y lastiman el doble.

Marisa decide declarar, se anima a volver a cruzarse con Rubén que permanece todo el juicio con la vista clavada en el piso. Ella llega ayudada por muletas y logra que por fin escuchen lo que antes no supieron escuchar.

Ella es consciente que está viva por algún golpe de suerte del destino. Que tranquilamente hoy podría ser un número más en las estadísticas de femicidio.

Terror fue la palabra q más usó ayer en su declaración testimonial para describir la vida con Rubén. La RAE dice que terror es el sentimiento de miedo o fobia en su escala máxima. Si el miedo se define como esquema de supervivencia, se puede asumir que el terror sobreviene cuando el miedo ha superado los controles del cerebro y ya no puede pensarse racionalmente.

Parece que el calvario empieza a recorrer las últimas estaciones. Ortega será seguramente condenado a la pena máxima y los doce miembros del jurado habrán escuchado por última vez lo que tantas veces ella habrá querido contar pero nadie supo oír.

Paradójicamente, en un tiempo, Marisa callará para siempre luego de la operación pero sabrá que sus últimas palabras sirvieron para condenar al hombre que le robó gran parte de su vida.

Perderá esa misma voz con la que tantas veces le imploró que dejara de golpearla.

Marisa es una de las pocas sobrevivientes de intento de femicidio  pero nunca más podrá volver a contarlo. Ortega no la mató pero la silenció para siempre.