Elba Caracino estuvo sentada en “Quién quiere ser millonario”​ y se llevó $300.000. Parecía una noche más en el programa que conduce Santiago Del Moro. Pero Elba es diferente: tiene 100 años “y tres meses”, como aclaró. Elba es la participante más longeva del programa a nivel mundial y vivió en nuestra ciudad donde actualmente tiene una casa para veranear.

“Estoy emocionada, ahora me conocen en todos lados. En Necochea este verano van a decir ‘es la que estuvo en la televisión y ganó trescientos mil pesos’” dijo.

Entró el estudio del brazo de Del Moro, se sentó a la mesa y comenzó a responder. Entre pregunta y pregunta, dejó sus recuerdos, sus enseñanzas y abrió la puerta a su vida.

“Cien años y tres meses”, remarcó cuando le preguntaron la edad. En su cumpleaños más reciente, frente a la torta, pasearon sus recuerdos más queridos: “De mi infancia, del matrimonio y de los amigos que me quedan”.

Eduardo, su marido, murió hace 25 años. Y ella pasó malos momentos. “Estuvimos casados 41 años. Lo extraño muchísimo. Me costó mucho, pero me resigné ahora”.

“Primero llorás, te quejás, pensás que fue muy triste lo que te pasó. Pero después te tenés que acostumbrar, no queda otra”, dijo Elba, que no usa audífonos. “Y no necesito anteojos para leer”.

Superó el desánimo, con mucha fuerza interior: “Hay que seguir viviendo hasta que dios llame. Hay que encontrar la forma de seguir viviendo. Yo misma me di la energía para seguir viviendo, con los buenos recuerdos, la vida que llevé durante todo el matrimonio. Fue un hombre extraordinario”.

No tuvieron hijos. Hoy reparte su tiempo entre sus amigos y sus sobrinos. Y los viajes, que por eso estuvo en “Quién quiere ser millonario”.

“Me dediqué a pasear, a vivir la vida”, describió Elba.

“El premio lo quiero para ir a San Juan, la única provincia argentina que no conozco”, aseguró, convencida.

Elba no tiene ninguna receta para llegar a los 100 años. Al parecer, en la variedad está el gusto, y también la salud: “No hay ningún secreto. Tomo agua y mate cocido, como de todo. Me gusta la paella. ¡En el restaurante pido papas fritas con dos huevos fritos! Camino, ahora un poco más despacio por temor a caerme, pero camino”.