Una nueva encuesta nacional reveló la fuerte carga personal, social y económica que implica vivir con migraña, una enfermedad neurológica que afecta principalmente a mujeres jóvenes en plena etapa productiva y necesita una relevancia mayor.

En ese contexto, la Asociación Migraña y Cefaleas de Argentina (AMYCA), llama a la comunidad a ser más empática frente a quienes viven con migraña, a no subestimar y alienta a las personas a consultar con un especialista para mejorar su calidad de vida.

El estudio llevado adelante por la Americas Health Foundation entre febrero y junio de 2025, recopiló las respuestas de más de 500 personas con diagnóstico validado de migraña, que consultan en la Clínica de Cefaleas de FLENI o que fueron invitados a participar por AMYCA y los datos confirman que la migraña no es “solo un dolor de cabeza” sino una patología crónica y discapacitante que impacta en todos los aspectos de la vida cotidiana.

Esta es una enfermedad que afecta sobre todo a mujeres jóvenes y activas, mientras que el 96% de quienes respondieron son mujeres, en su mayoría de entre 25 y 44 años, con formación universitaria.

“La migraña golpea fuerte en mujeres jóvenes y activas, que muchas veces deben seguir adelante a pesar del dolor porque sienten que nadie las comprende”, explicó María Agustina Hildt, integrante de la comisión directiva de AMYCA.

El 43% de los encuestados sufre entre 4 y 14 días de migraña al mes, mientras que 1 de cada 4 vive con migraña crónica, es decir, tiene más de 15 días con dolor cada mes.

Estas crisis no sólo afectan el rendimiento laboral y académico, sino también actividades básicas como dormir, comer o compartir tiempo con seres queridos, mientras que tres de cada cuatro encuestados reconocen que su vida social se ve significativamente limitada por la enfermedad.

Impacto emocional y estigma

La carga emocional es otro de los grandes hallazgos, ya que casi la mitad de las personas con migraña viven con frustración constante o tristeza y 7 de cada 10 sienten que su entorno minimiza el dolor. Este estigma social -que lleva a comentarios como ‘seguro es estrés’ o ‘tomate algo y vení’- agrava el sufrimiento y retrasa la búsqueda de ayuda médica adecuada.

“Necesitamos dejar de estigmatizar y empezar a hablar de la migraña como lo que es: una enfermedad neurológica que requiere diagnóstico y tratamiento profesional. No se trata de voluntad ni de aguante, sino de acceso a salud”, agrega la Dra. Fiorella Martín Bertuzzi, presidente de AMYCA.

El recorrido hacia el diagnóstico también resulta complejo: el 31% esperó más de 5 años para recibirlo y solo el 17% fue diagnosticado en la primera consulta. Uno de cada cuatro recibió antes un diagnóstico incorrecto (que demoró el tratamiento correcto) y más de la mitad sintió que sus síntomas fueron subestimados.

En materia de tratamiento, el 52% está insatisfecho con los resultados, 29% necesita medicación diaria y solo un 18% se siente bien informado sobre las opciones terapéuticas disponibles, lo que evidencia una deuda en educación sanitaria y acompañamiento.

El acceso al neurólogo y a los tratamientos sigue siendo un desafío. Casi la mitad tiene dificultades para conseguir turno con un especialista y el 56% solo cuenta con cobertura parcial. Además, 77% no recibe ningún tipo de ayuda económica, y la participación en grupos de apoyo sigue siendo baja, a pesar del valor del acompañamiento entre pares.

En el plano laboral, el 29% falta entre 1 y 2 días al mes por migraña y un 12% entre 3 y 5 días, mientras que 41% siente que su desempeño se ve afectado. Casi la mitad de los encuestados (48%) declaró que destina más del 10% de sus ingresos mensuales al manejo de la enfermedad.

No subestimar, consultar y acompañar

“Es importante consultar al neurólogo ante dolores de cabeza recurrentes o incapacitantes; inclusive con 3 o 4 episodios al mes es importante no demorar la consulta porque la migraña tiene tratamiento. Cuanto antes se diagnostique, mejor puede controlarse su impacto y mejorar la calidad de vida”, subrayó la Dra. Martín Bertuzzi.

También hacen un llamado a la empatía y a la acción colectiva: no subestimar el dolor de los demás y promover entornos laborales y sociales más comprensivos. Detrás de cada crisis hay una persona que lucha por seguir con su vida. Escuchar, comprender y acompañar puede marcar la diferencia, concluyeron desde AMYCA.

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