En la tarde del 6 de junio de 2020, Ana María Rivero, a bordo de una moto, junto a uno de sus hijos, aguardaba que el semáforo la habilitara para avanzar desde la Diagonal San Martín hacia la Avenida 59.
Fernando Beretta, ex dirigente gremial, conducía un automóvil Volkswagen Voyage. Se lo acusa de “homicidio culposo agravado por conducción imprudente, consumo de alcohol y velocidad superior a la permitida”, además de haber producido “lesiones culposas”.
La acusación es efectuada por el agente fiscal Guillermo Sabatini, quien, tal como ya lo había declarado previamente, considera que hay sobrados elementos de prueba que dieron cuenta de la grave imprudencia de Beretta al conducir su vehículo. Eso es, precisamente, lo que tratará de demostrar en este debate oral iniciado hoy y que se reanudará el próximo viernes.
El test de alcoholemia que se le practicó a Fernando Beretta determinó que registraba 2,45 de alcohol en sangre, superando ampliamente el límite de 0,50 establecido para la conducción de un vehículo.
Ana María Rivero sufrió fracturas expuestas en ambas extremidades, de húmero derecho, mandíbula y traumatismo de cráneo. Las graves heridas le provocaron una importante pérdida de sangre que le causó un shock hipovolémico y días después del accidente falleció en el Hospital Municipal.
Beretta, que por entonces tenía 63 años, fue detenido poco tiempo después, acusado de «homicidio culposo agravado” y por «lesiones leves» fue condenado por el juez Ernesto Juliano a cinco años de prisión de cumplimiento efectivo y a diez años de inhabilitación para conducir.
Fue alojado en el penal de Batán donde se encuentra actualmente alojado a la espera que la justicia haga lugar a la solicitud de adelanto de libertad condicional debido a los años cumplidos de pena.