En la historia de nuestra ciudad, la creatividad para el comercio no ha tenido límites. A finales de la década del treinta, la Playa de Necochea fue escenario de una estampa que hoy parece surrealista, pero que en su momento fue un éxito de salud y marketing pionero.

Un Negocio “Directo de la Producción al Consumidor”

Un inmigrante italiano de 50 años decidió que no había mejor manera de garantizar la frescura de su producto que llevando la fuente misma a la arena. Con su vaca a cuestas, recorría las zonas de carpas y sombrillas ofreciendo leche recién ordeñada a los veraneantes que buscaban una opción saludable frente al mar.

El Aval Municipal

Lejos de ser una actividad clandestina, la iniciativa contó con el respaldo oficial:

  • Controles Sanitarios: La Municipalidad de Necochea, tras realizar rigurosos exámenes de salud tanto al propietario como al animal, otorgó el permiso formal para ejercer el comercio en la vía pública (y en la arena).

  • Higiene: El servicio era visto como una garantía de pureza en una época donde la refrigeración y el transporte de lácteos eran desafíos logísticos importantes.

Una Postal de Época

La imagen que resguarda el Archivo General de la Nación (Foto El Cronista Comercial) captura la esencia de la Necochea de ayer: familias con sus trajes de baño de lana, sentadas en la arena, saboreando vasos de leche fresca bajo el sol.

Dato Histórico: Este tipo de comercio ambulante con animales era común en algunas ciudades europeas, pero en la inmensidad de las playas de Necochea se convirtió en una atracción turística en sí misma, reflejando la identidad de una ciudad que siempre supo combinar el campo con el mar.