Por: Sebastían Hadida

En una sesión caliente, acompañada por una marcha multisectorial multitudinaria en las inmediaciones del Congreso, la oposición logró torcerle el brazo al Gobierno al aprobar en la Cámara de Diputados los proyectos de ley que sobre mejoras jubilatorias y la declaración de la emergencia en Discapacidad.

La sesión continuó hasta altas horas de la madrugada tras una jornada maratónica que se inició apenas pasado el mediodía, luego de el oficialismo intentará abortar el quórum.

Sin escrúpulos ni pudor alguno, desde la Casa Rosada ya venían avisando que hicieran lo que hicieran los diputados y más tarde los senadores, toda iniciativa que implicara un costo fiscal, por mínimo que sea, tendría destino de veto.

Los diputados del PRO y el grueso de los integrantes de la UCR fueron cómplices del oficialismo en su intento infructuoso de vaciar el recinto, pero al momento de la votación, cuando ya era evidente que se iba a aprobar inevitablemente la medida, muchos de ellos se ablandaron y terminaron absteniéndose para no quedar pegados a una postura insensible con la realidad de los jubilados.

De todos modos, con honrosas excepciones (como las de los radicales Julio Cobos, Fabio Quetglas y Natalia Sarapura) ya habían dejado marcados los dedos cuando se escondieron detrás de las cortinas para conspirar contra el quórum.

El bono y el incremento de haberes se aprobaron con una holgada mayoría, superior a los dos tercios necesarios que -llegado el momento- la oposición necesitará sostener para resistir los anunciados vetos de Javier Milei.

En cambio, la moratoria, cuya aprobación era impensable horas atrás, salió por una diferencia mucho más corta, y por eso fue mucho más festejada por la bancada kirchnerista, que se fundió en abrazos y aplausos.

Esas gestualidades de algarabía parecieron molestar a la diputada Karina Banfi, quien pidió que cesaran las celebraciones y dijo que no había “nada que festejar”.

El rencor de la radical bonaerense fue coherente con la postura que tuvo el bloque de la UCR, que se jugó abiertamente por el boicot a la moratoria (pese a tener un costo fiscal mínimo) y volvió a perder.

Antes de que se pudiera avanzar con la votación de los proyectos jubilatorios, la sesión estuvo empantanada durante más de dos horas por estériles discusiones reglamentarias vinculadas al caso Libra.

En este caso, el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, tuvo una actuación firme y eficaz al lograr bloquear la intentona opositora de imponer con su mayoría la presidencia de la comisión investigadora Libra.  

El contrapunto respecto de la comisión Libra desató un zafarrancho de discusiones reglamentarias muy enmarañadas, con diputados de uno y otro lado revoleándose bibliotecas enteras por la cabeza.

En medio de ese desconcierto, se generó un momento muy tenso cuando el jefe del bloque de Unión por la Patria, Germán Martínez, le rezongó a Menem por haberle apagado el micrófono.

“Su autoritarismo avanza”, protestó con picardía el santafesino, en un juego de palabras con el nombre de la alianza de gobierno.

Otro cruce picante se dio entre el diputado de La Libertad Avanza Lisandro Almirón y su par de Encuentro Federal Oscar Agost Carreño.

Con la intención de llevar la discusión al barro de las agresiones personales, el correntino lo llamó “Agost Carroña” en un juego de palabras con el apellido del opositor.

El cordobés, le devolvió la chicana al libertario, de quien dijo que “está nervioso porque le están pidiendo que devuelva los bienes incautados en la Justicia”.

En la reunión constitutiva para la integración de la comisión investigadora, la paridad de fuerzas entre el oficialismo y la oposición generó un empate político que trabó el nombramiento de una conducción.

Desde entonces, la oposición no pudo agarrar la sortija para salir del punto muerto en que quedó estancada la cuestión.

Otro momento de alto voltaje se produjo cuando la diputada de Unión por la Patria Florencia Carignano embistió contra Gerardo Milman.

Explosiva, la kirchnerista celebró que el legislador oficialista “haya dejado los fármacos que lo tenían dopado” y “hecho una lechuga” durante más de un año, tras “intentar matar a Cristina Kirchner”.

“Celebro que, en el marco de la democracia, no nos hayas gatillado”, le dijo a Milman, de quien dijo que contrató a “gatos” como asesoras en el Congreso.

La diputada de La Libertad Avanza Lilia Lemoine intentó interrumpirla y la kirchnerista tuvo un exabrupto grosero contra ella: “Callate loca”.

Lo mismo ocurrió luego contra Nadia Márquez, a quien Carignano le exigió que se callara y la llamó “gato”. 

El agravio motivó la respuesta de la libertaria: “No tengo huevos pero me los inflaron, que cada vez que habla una mujer de La Libertad Avanza se dice que si es rubia, que si habla mucho, que si es gato. Déjense de joder loco. Ustedes hablaban de feminismo. Absolutamente todos los días nos lo están diciendo y no se los voy a permitir que se lo digna a la diputada Lemoine ni a ninguna diputada de esta cámara”, vociferó. N A