Por: Micaela Cendra
Javier, el hermano de Diego Fernández Lima, el adolescente asesinado en Coghlan y cuyos huesos se hallaron 41 años después enterrados en el patio de la casa lindante a la que vivió el músico Gustavo Cerati, expresó que no les entra en la cabeza como familia “lo que pasó” con el joven y los años de incertidumbre y angustia que padecieron durante cuatro décadas.
En diálogo con la Agencia Noticias Argentinas, Javier contó que fueron “muchos años de tristeza y de dolor”, pero que por suerte se empezó a aclarar lo que pasó, aunque es “muy difícil” caer en la realidad después de tanto tiempo.
“Todo surgió, como dijo yo, por el ‘Gracias Totales’, por Cerati, debido a que los medios contaron que encontraron huesos en la vivienda del cantante”, dijo y subrayó que a partir de esta noticia su sobrino y su cuñado “empezaron a atar los cabos, buscaron datos y se comunicaron con la fiscalía para decirles que había posibilidades de que se tratase de Diego”.
“Ahí los dos me cuentan, quedó sorprendido, pero desde la fiscalía me contactan y dicen que está la posibilidad de que sea mi hermano”, recordó.
Desaparición de Diego
El adolescente, de 16 años, fue visto por última vez el 26 de julio de 1984. Aquel día volvió del colegio y almorzó con su madre. Luego le dijo que iba a encontrarse con un amigo y le pidió dinero para el colectivo.
Un conocido cruzó a Diego en la esquina de la calle Rómulo Naón y Monroe, en Villa Urquiza y lo saludó. Esa fue la última vez que alguien lo vio con vida.
“Era una época muy difícil porque recién salíamos de la dictadura. A mis papás no le tomaron la denuncia en un comienzo alegando que debían esperar unos días, que seguro se había ido con una novia, pero Diego no pareció más”, manifestó Javier.
El hermano de Diego relató que en los primeros años del caso su papá, quien falleció en 1991 en un accidente de tránsito, tuvo que viajar a Salta por una llamada en el que advertían haberlo visto ahí: “Fue a todos lados y el gran problema de antes es que no había WhatsApp o redes sociales”.
Casa donde hallaron los huesos del adolescente
Los restos del estudiante fueron hallados el 20 de mayo de este año cuando se produjo un desplazamiento de tierra en el jardín de un chalet ubicado en la avenida Congreso 3742, en el barrio porteño de Coghlan, durante una obra en construcción.
Allí, además de los huesos, los obreros encontraron una moneda japonesa, un reloj con calculadora Casio -fabricado en Japón en 1982-, un llavero, una ficha de casino, la hebilla de un cinturón, la suela de un mocasín talle 41 y una corbata tejida de uniforme colegial.
La casa donde estaba enterrado es propiedad, desde la década de 1970, de una misma familia, entre quienes hay un ex compañero de colegio de la víctima.
El fiscal López Perrando, a cargo de la causa, le dio intervención al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) y los especialistas determinaron que Diego fue asesinado de una puñalada en el tórax que dejó una marca en su cuarta costilla derecha.
También confirmaron que, tras el crimen, intentaron desmembrarlo con una herramienta similar a un serrucho, aunque no pudieron. Tras ello, lo enterraron en una improvisada fosa a 60 centímetros de profundidad en el jardín de la casa.
Fotografía: Agencia Noticias Argentinas / MPF
Los restos fueron analizados una muestra genética de la madre del joven, que hoy tiene 87 años, y que, al ser cotejada, dio positivo y permitió su certera identificación.
“Ahí sigue viviendo la madre de ese compañero, no sé si también está ahí el sospechoso. Esta noticia me la enteré por un periodista y después me lo confirmó el fiscal”, señaló a NA.
En este triste y conmocionante escenario, Javier expuso con angustia: “Son millones de preguntas que tenemos. No me entra en la cabeza lo que haya pasado para que termine esto así, no se justifica con nada”. N A