Los precios de una canasta de 21 productos de la canasta básica que releva la ONG Consumidores Libres iniciaron en la primera quincena de julio una suave curva ascendente, que en promedio subió 2.23% con respecto al mismo período del mes anterior.
Entre el frío y el despegue del dólar libre activaron las listas y el rubro almacén registró un 2.15% de incremento; en tanto frutas y verduras, el 4.43%; y carnes, 1.07%.
En lo que va del año, ese grupo de productos acumuló 81.4%.
Ya la consultora LCG había relevado en la primera semana un salto de la escala de precios respecto de las últimas cuatro, a pesar de la desaceleración de esa semana en Carnes y Lácteos. Estas categorías explican el 43% de la inflación mensual de alimentos, mientras Bebidas, Frutas y Verduras representan el 66% de los aumentos.
Y fue efectivamente un despegue porque para encontrar una semana mayor a un índice de 1,8% hay que remontarse al 3,3% de la segunda de marzo. que escaló a 4,2%.
El analista Andrés Borenstein, de la consultora Econviews, había anticipado lo que puede pasar en julio y explicaba que el rubro alimentos, en particular las verduras, subieron mucho las primeras dos semanas del mes debido a la ola de frío, que hizo que haya problema en la oferta.
A la vez, por el contrario, tarifas como electricidad y gas se mantuvieron sin aumentos.
En las estimaciones que los economistas seleccionados hacen llegar al Relevamiento de Expectativa Mercado (REM) que lleva el Banco Central, hará que de todas maneras en julio el IPC vuelva a perforar el piso del 5%, como consecuencia de que en este mes no habrá subas de tarifas.
Pronósticos coincidentes
Los expertos consultados habían proyectado un IPC del 4,8% para julio, del 4,7% para agosto, del 4,6% para septiembre, del 4,5% para octubre y del 4,4% para noviembre y diciembre, consistente como lo que el oficialismo también espera para los meses que restan del año, en niveles inflacionarios entre 4% y 5%, para que el año cierre con el 130% de inflación anual, y que figura en el Anteproyecto de Presupuesto 2025 enviado al Congreso.
La luz amarilla para la recuperación del poder adquisitivo de los argentinos, anunciada por el Presidente, se encendió luego de que se postergara la suba de los precios de los servicios regulados en mayo y en junio se aplicaran alzas en varios rubros.
Entre los aumentos sobresalieron el de las tarifas de electricidad y gas.
En el primer caso, para los hogares N1 la factura se elevará 22,85%, sobre una tarifa que ya venía actualizándose, mientras que la quita de subsidios para los hogares N2 y N3 implicarán alzas en la factura de 99,29% y 155,88%.
En gas se proyectaron ajustes de 9,27%, 32,98% y 9,81% para los hogares N1, N2 y N3, respectivamente.
Precios regulados
Desde enero, los precios regulados crecen a una tasa que supera a la inflación núcleo debido a los ajustes de las tarifas de los servicios públicos y prepagas, entre otros, recortando así el desfasaje de precios relativos que se fue acumulando desde 2020.
Si se toma diciembre de 2019 como base para la comparación de precios relativos, las actualizaciones de los primeros cuatro meses de este año dejaron una inflación reprimida en torno de 12 puntos porcentuales.
La brecha se había ampliado en mayo ante la decisión del Gobierno de posponer las subas de los precios regulados programadas.
En la medida que el Ejecutivo aspira a reducir el gasto en subsidios, se anticipa un sendero de ajustes de estos precios que se traduce en tasas de inflación elevadas para la canasta de consumo de los argentinos.
El incremento promedio ponderado de los salarios, teniendo en cuenta que los acuerdos paritarios alcanzan a aproximadamente 55% de estos trabajadores registrados, arrojaba que los ingresos percibidos por estos trabajadores crecerían en junio en torno del 6%.
Comparativamente, el incremento de los servicios regulados se estimó en torno a 17% en promedio ponderado según su participación en la canasta de consumo.
Poder adquisitivo
De tal modo, las actualizaciones previstas para el precio de estos servicios esenciales, que se suman a las alzas de los alimentos, encienden una alerta acerca de la posible recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores formales, un dato clave para encarar un sendero de crecimiento económico, sin contar que sus mejoras en las remuneraciones superan a las del sector informal.
La reactivación del crédito al consumo, fundamentalmente a través de la financiación a 3 o 6 cuotas sin interés y las promociones bancarias en un marco de fuerte competencia de estas entidades con las Fintech, podría contribuir a sostener los gastos de las familias, ya que el salario sigue siendo la principal fuente de financiamiento del consumo de los hogares.
En un contexto de disminución del poder adquisitivo, la recuperación del consumo privado se distancia y, en consecuencia, la de la actividad económica también.
Un tercio de la canasta de consumo de una familia está concentrado en precios regulados de la economía, que vienen retrasados pero que comenzarán a moverse.
Son los casos de los servicios públicos como luz, gas, agua, transporte, y privados cómo educación, salud y comunicaciones.
“Los precios reprimidos siempre estuvieron ahí y en el segundo semestre será el período donde verán la luz de su liberación”, indicó Damián Di Pace director de la consultora Focus Market.
“Todo parece indicar que los salarios tomarán como parámetro el descenso de la inflación futura más que la pasada. Las paritarias comenzaron a ganarle a la inflación a partir de abril, pero quedaron rezagadas respecto de la pérdida de poder adquisitivo pasado”, afirma.
El valor de los productos que integran la Canasta Básica Alimentaria (CBA), o sea, poner la mesa, ascendía en junio a $ 393,319. N A