Cecilia Giubileo tenía 39 años cuando la vieron por última vez. El mismo tiempo que lleva desaparecida. Era el 16 de junio de 1985 y la doctora, que trabajaba en el Hospital Neuropsiquiátrico Colonia Doctor Domingo Cabred de Torres – también conocido como Colonia Montes de Oca -, tomó su guardia y esa misma noche se esfumó, sin dejar ni un solo rastro.
Con las primeras luces del lunes 17 de junio, los trabajadores del lugar fueron a buscarla y encontraron la puerta de la Casa Médica cerrada con llave. Adentro ya no había nadie, pero sus zapatos seguían al pie de la cama tendida y su auto estacionado en el mismo lugar donde ella lo había dejado cuando se presentó a trabajar el día anterior. La investigación se abrió en ese mismo momento, pero empezó con el pie izquierdo.
“Un error clave fue que inicialmente no se investigó como una desaparición, sino que se partió de la base de que se había ausentado voluntariamente”, explicó Marcelo Parrilli, el abogado de la familia Giubileo y cofundador del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels). De hecho, el entonces director del hospital, Florencio Elías Sánchez, le elevó un sumario a Giubileo por Abandono de Guardia.
Hubo hipótesis y especulaciones de sobra alrededor de la desaparición de la doctora, muchas de ellas al borde de lo absurdo, pero lo cierto es que aquel domingo en los 500 metros de oscuridad que separaban el pabellón al que había acudido para atender a un interno con urticaria y la Casa Médica donde iba a pasar la noche, nació un enigma para el que nadie encontró respuesta después de casi cuatro décadas.
Giubileo llegó a la Colonia Montes de Oca a las 21.40 en su Renault 6 de color verde claro y lo dejó estacionado en la puerta. Pasó por la sala de médicos y firmó la planilla de guardia a las 21.45. Más tarde firmó también un acta de defunción, fue de urgencia al Pabellón número 7 a atender a un paciente y en el trayecto de vuelta a la Casa Médica se cruzó con un enfermero, con su supervisora Nélida Onjuez y finalmente con otro interno, con quien tenía confianza, y la acompañó caminando algunos metros. Ya era casi la medianoche y nunca más volvieron a verla.
Las preguntas empezaron a surgir tan rápido como los obstáculos. Para empezar, en esa época no había cámaras de seguridad que facilitaran la reconstrucción de los últimos momentos de la doctora desaparecida. Además, los investigadores se enfrentaron con otra dificultad: el relato, no siempre coherente, de los únicos testigos posibles, todos internos del centro psiquiátrico donde trabajaba la víctima.
Tampoco ayudó aquella primera presunción de que Giubileo se hubiera retirado por sus propios medios del lugar. “Personalmente, no sé si es una opinión objetiva o un deseo en realidad, pienso que la doctora se retiró por su voluntad. Hizo abandono de guardia”, decía en ese momento el director de la Colonia, Florencio Sánchez. Así, demoraron 10 días para iniciar una investigación formal de la desaparición de Giubileo y, como afirma el dicho popular, “tiempo que pasa…verdad que huye”.
“Cuando se inició la investigación ya se había perdido bastante tiempo y no se tenía precisión sobre las pruebas que se iban recolectando”, afirmó Parrilli. Y detalló: “Por ejemplo, no se hizo un inventario cuando se ingresó por primera vez a su domicilio, dado que, como se pensaba que era una ausencia voluntaria, no se consideró necesario”.
La doctora Cecilia Giubileo estuvo en la Colonia Montes de Oca el 16 de junio de 1985. Nadie la vio salir y tampoco volvieron a verla viva. Después de 39 años, es difícil no asociar el Neuropsiquiátrico con la escena de un crimen.
“En el lugar se robaban medicamentos, alimentos, combustible, se maltrataba a los internos, cualquier cosa de esas que alguien viera podría llevar a que la mataran”, subrayó el abogado de la familia Giubileo, y apuntó: “La Colonia era un lugar, no debe haber cambiado mucho, donde nadie quería hablar de nada”.
A pesar del secreto de sumario y mientras buscaban a la doctora Giubileo la Policía de Luján, personal de la Delegación de Inteligencia y la Brigada de Investigaciones de la misma ciudad, la División Antisecuestros del Puente 12 y la División Homicidios y Delitos Graves de Banfield, el escándalo estalló igual y la Colonia Montes de Oca se convirtió en el centro de todo tipo de teorías.
Así, se investigó su vida sentimental, se pensó en un secuestro, también que se había fugado por su propia voluntad y hasta que se había unido a una secta. Todos los caminos desembocaban en el mismo punto muerto y Giubileo no aparecía, por lo que se abrió paso la hipótesis más lógica: si desapareció en la Colonia tenía que estar en ese lugar.
Los investigadores rastrillaron las 266 hectáreas que tenía el predio, incluidos pozos ciegos y los túneles subterráneos que se habían construido a principios del siglo XX para distribuir calefacción entre los pabellones. En medio de la intensa búsqueda, no obstante, no fueron pocos los cabos sueltos que llamaron la atención.
El primer dato, por lo menos curioso, fue que la doctora había cargado el tanque del Renault el domingo por la tarde, antes de ir a la Colonia. Sin embargo, cuando lo revisaron frente a la Casa Médica después de su desaparición, estaba vacío. No tenía ni una gota de nafta.
También resultó llamativa la declaración del interno que había acompañado a Giubileo durante parte del camino a la Casa Médica. Este hombre dijo que había visto salir un furgón funerario de la Colonia, el que llevaba a la paciente que había muerto esa noche. Pero además, dijo que vio otro coche negro, con las ventanillas delanteras y traseras cerradas. La funeraria desconoció ese segundo vehículo.
Pero fue una ciénaga de gran profundidad que estaba ubicada dentro de la Colonia la que captó lo que concentró las sospechas más macabras. “Insistí varias veces en el drenado de la ciénaga, era el lugar más obvio para ocultar o desprenderse de un cuerpo”, afirmó el abogado Parrilli. Y remarcó: “Siempre se me contestó que no había presupuesto para drenarla. Eso quedó pendiente, una prueba elemental teniendo en cuenta las circunstancias del caso…”.
El enigma de por qué morían los pacientes de ojos claros
Entre tanta incertidumbre y la falta de resultados otra versión que surgió fue que Cecilia Giubileo estaba investigando una supuesta red de tráfico de órganos, córneas y sangre que operaba clandestinamente con los internos, muchos de los cuales provenían de familias sin recursos y en situación de extrema vulnerabilidad.
“Cecilia estaba investigando el tráfico de órganos en la Colonia, esa fue su perdición”, afirmó al respecto su tía, Inés Lanzetti, en una entrevista años atrás. En este sentido, sostuvo que en el último tiempo que tuvo contacto con ella se la notaba nerviosa.
“Incluso, cuando se iba a dormir colocaba la cama pegada a la puerta, como trabándola”, reveló, y apuntó después: “Tenía miedo de que alguien entrara”. Pero sus precauciones, cada vez que volvía al departamento que ocupaba en Luján, no fueron suficientes para protegerla también en el interior de la Colonia.
De acuerdo a su testimonio, había un detalle en particular que a su sobrina le llamaba mucho la atención: “Las personas desaparecían ahí adentro, pero especialmente los pacientes que tenían ojos claros”.
La noche anterior a su desaparición, Giubileo llamó a su casa. “Mamá, tengo que contarte algo terrible”, relató a este medio Inés, que su sobrina le dijo a la madre. Pero la llamada se cortó y ya no pudieron volver a comunicarse con ella.
Casi cuatro décadas después, Marcelo Parrilli, el abogado que representó a la familia de la médica desaparecida, reconoció que hubo testigos que aseguraron oportunamente que Giubileo había recibido amenazas, pero “nunca se encontraron pruebas sobre ellas”.
En cambio, pese a la falta de resultados en relación al destino final de la doctora, su desaparición sirvió para evidenciar el estado de abandono y la falta de vigilancia de la Colonia, donde también se habían registrado casos de internos desaparecidos. “Era un depósito de personas, desde niños, en algunos casos, hasta el día de su muerte”, aseveró el abogado.
Siete años después del escándalo Giubileo, Florencio Sánchez, el director del Hospital de ese entonces, fue detenido por corrupción, al igual que otros seis miembros de la plana mayor de Montes de Oca. Murió en la cárcel.
Fuente: TN