Un tomate que casi llegó al kilo de peso fue cosechado de una planta de la familia Dali-Royo, de Jua N. Fernández.
No fue un buen año para cualquier cultivo. Las elevadas temperaturas y la gran sequía conspiraron para que todos los cultivos, de cualquier tipo, sufrieran y rindieran poco y, en algunos casos, casi nada.
No fue el caso de dos plantas de tomates que pusieron en la parte trasera de su casa, calle 35 entre 30 y 32, el matrimonio de Gladis Royo y Alí Dali.
Según contaron al portal JNFNet, les regalaron algunos plantines de tomates que, a su vez, obsequiaron a sus familiares, pero se quedaron con tres. Una de ellas se secó y dos progresaron, florecieron y dieron sus frutos.
Entre los tantos tomates que han recogido de estas dos plantas, sobresalen tres: uno de más de 500 gramos, otro de más de 600 gramos y un tercero, recogido hace dos días, que pesó 940 gramos.
Alí cuenta que siempre planta los tomates con un poco de arena en el fondo y no les da mucho riego.
Trabajar con la naturaleza siempre es una satisfacción. En el saber popular están instalados los dichos: (a las plantas) «les gustó el lugar», «lo hacen con amor», «tiene mano verde», cualquiera sea el motivo, cosechar algo que se plantó y se cuidó durante meses, es una satisfacción que sólo, el que lo hace, le da la dimensión que tiene. Y poder cosechar un fruto de estas dimensiones es para sentirse más que orgullosos.
Fuente: JfNet