De todas maneras, la sensación es de cambio de época, ya sin importar demasiado quién asuma la Presidencia de la Nación el 10 de diciembre próximo.
El resultado electoral trajo aparejado el más absoluto desconcierto en todo el arco político. El gran desorden se acrecienta mientras la economía no da respiro.
La corrección hecha por el Gobierno en el tipo de cambio oficial no hizo más que exteriorizar la decadencia de la política económica: el impacto en precios fue casi automático, las brechas cambiarias con el “dólar blue” y los diferentes dólares financieros se mantuvieron prácticamente intactas y la incertidumbre se elevó a niveles astronómicos.
Las promesas del Gobierno poco parecen importar a estas alturas. Acuerdos para congelar combustibles hasta las elecciones (cuando en un solo día los surtidores aplicaron aumentos en torno al 12,5%), renegociación del fracasado esquema de “Precios cuidados” y promesas de sumas fijas para todos los trabajadores son parte de una agenda electoral alejada de la realidad que golpea cada vez más fuerte.
La sensación es de cambio de época, ya sin importar demasiado quién asuma la Presidencia de la Nación el 10 de diciembre próximo. La inflación, la inseguridad, los salarios reales más bajos en niveles de pobreza y una clase política que no sabe hacia dónde ir parecen ser de una Argentina que ya nadie la quiere. La inexistencia de moneda, la incertidumbre de lo que viene y la vida diaria convertida en un calvario permanente para quienes intentan sobrevivir cada día parecen ser un combo con el que ya nadie parece querer convivir.
Hasta en el campo se volvió a sentir una profunda decepción con cumpa de ingenuidad: el Gobierno tentó a los productores a liquidar sus cosechas ofreciéndoles un tipo de cambio de 340 pesos, algo por encima de la cotización oficial. Luego de haberlos hecho caer en la trampa, corrigió el tipo de cambio hasta los actuales 365,50 pesos por dólar. Toda una muestra de picardía innecesaria contra aquellos que a pesar de todo siguen apostando al país.
Lo que viene resulta incierto, sin embargo restan dos largos meses hasta el próximo round electoral donde viviremos mayores niveles de inflación, incremento en la volatilidad del tipo de cambio y una sociedad que cada vez reclamará más explicaciones.