El plan económico jamás tuvo intenciones de promover reformas estructurales sino más bien de ganar todo el tiempo posible hasta las elecciones.
Por Manuel Adorni
Los tiempos se acortan. Las reservas en el Banco Central tienden a cero y la inflación desvela a todos, especialmente a aquellos oficialistas con alguna intención electoral.
El plan económico jamás tuvo intenciones de promover reformas estructurales sino más bien de ganar todo el tiempo posible hasta las elecciones de este año. Con este esquema, todo fue degradándose: el dólar siguió su histórico camino alcista, la economía se enfría cada vez más, la inflación no parece dar tregua –sino muy por el contrario parece estar entrando en un espiral de consecuencias impredecibles-, el empleo sigue sin ofrecer buenos salarios y trabajos de calidad y la fragilidad de la economía en general parece haber llegado a su punto más crítico. Todo esto además conviviendo dentro de un contexto de una inestabilidad política pocas veces vista.
El camino parece corto pero se siente eterno: nos separan cuatro meses de las elecciones PASO, seis meses de las elecciones generales, siete meses del posible ballotage y ocho meses para el posible cambio de Gobierno (en caso de no ser reelegido el presidente Alberto Fernández).
Solo en lo que va del año el BCRA ha perdido a razón de 33 millones de dólares por día, algo así como 3.000 millones en el primer trimestre de 2023. Los importadores cada vez ponen más presión sobre reservas que escasean y los exportadores cada vez son más reticentes a liquidar sus exportaciones a un dólar que se encuentra absolutamente alejado de sus verdaderos valores de mercado. En esta encerrona, el Ministro de Economía ha anunciado finalmente el nuevo esquema de dólar diferencial para un sector del campo, una especie de “dólar soja” con algunas novedades de menor relevancia: el dólar se liquidará a 300 pesos por unidad y tendrá vigencia hasta el 31 de Mayo. Mismos beneficios tendrán las economías regionales pero con una vigencia mayor: estos tendrán acceso a este “dólar diferencial” de 300 pesos hasta finales de agosto.
Este esquema cambiario –que a la cotización actual implicará que el BCRA pague 89 pesos más por dólar de lo que lo hace hoy- implicará una emisión monetaria adicional que rondaría los 500.000 millones de dólares. Las consecuencias que la medida cambiaria traiga aparejada en materia inflacionaria son absolutamente impredecibles, sin embargo con la aceleración inflacionaria que está atravesando la Argentina, estos desequilibrios monetarios parecerían resultar cada vez más peligrosos.
Los cambios estructurales no parecen ser parte del menú, al menos hasta el cambio de Gobierno. Mientras tanto solo nos queda transitar por una peligrosa cornisa esperando que los errores no nos terminen empujando hacia un lugar en el que nadie quiere estar.